miércoles, 31 de diciembre de 2014

Bosques que no dejan ver los árboles

No me veo capaz. Lo del balance del año que termina requiere en ocasiones -es el caso- una perspectiva más amplia. Supongo que el tiempo dejará el poso de lo que fue, de lo que pudo ser y no fue, de lo que deja, de lo que se lleva o de lo que nunca llegó.
Había pensado, por tanto, centrarme en ese otro ejercicio tan habitual de estos días que consiste en fijarnos los propósitos que pretendemos afrontar durante el año que llega. De entrada 2015 suena bien, que ya es algo; aunque reconozco que no termino de contagiarme de ese espíritu tan navideño que consiste en sumergirnos en el mar de buenos deseos que bañan declaraciones de exaltaciones de amor y/o de amistad.
Me había planteado cosas tan sencillas como recuperar las horas que le robé al mar en 2014, dejar de creer en personas que han dejado de creer en el amor, desnudarme solo cuando el guión lo exija, recordar de dónde vengo mientras la vida decide a dónde voy, volver a la cárcel sin pasar por la casilla de salida, contar hasta 140 antes de 'enviar' un tuit, seguir el consejo de alguien que me dijo hace poco "no dejes de describir la vida", salir en procesión, acompañar algún rato a Penélope en la estación,  ver otra vez 'Qué bello es vivir', tocar la campana de la ermita del Valle, cantar, correr, nadar contra corriente, votar, escribir otra carta de amor, volver a empezar de cero...
Pero del listado primero, elaborado a partir de la declaración de intenciones, he ido suprimiendo las pretensiones imposibles, luego las complicadas, las improbables, las absurdas, las ñoñas, las inconvenientes, las que tengo que hacer si o si, las que no vienen a cuento, las que no dependen de mi... 
La relación de tareas y/o propósitos se quedaba tan raquítica que amenazaba seriamente la que pretendía que fuera la última 'entrada' del año en el blog. Por algún motivo he recordado entonces algunos discursos grandilocuentes de estos días y me ha parecido oportuno imponerme una tarea ineludible: evitar a toda costa que nos distraigan haciéndonos creer en bosques frondosos para que dejemos de ver los árboles.



Y puestos a pedir un deseo para el año que comienza podemos plantearnos uno ambicioso: por ejemplo, un mundo maravilloso. Feliz 2015.


















sábado, 6 de diciembre de 2014

#RTVCMviernesAnegro

Empiezo por reconocer que escribo esto sin someterme a un más que recomendable proceso de reflexión. Supongo que tiene que ver con este atuendo negro que aún no me he quitado. Seguramente tiene relación directa con esa mezcla de rabia compartida con cientos de compañeros durante el tercer 'viernes a negro' en la Radio Televisión pública de Castilla-La Mancha. Pero también debe influir en este impulso de escribir ese otro sentimiento también muy extendido: el de rebeldía, el que no nos deja caer en la resignación.
Dicho queda que este gesto es un intento de reivindicar la dignidad de los medios públicos y la de sus profesionales, pero esta es también la llamada de atención a quienes consienten y/o alientan el uso sectario de unos Medios convertidos hoy en instrumentos de agitación y propaganda.
Quede constancia del significado de estos ropajes negros que lucimos. Conste que vas más allá de la clamorosa y obscena manipulación de la realidad que a diario cualquiera puede comprobar con una simple observación  de los informativos de la Tele y de la Radio. Decía mi compañera Esther Bogónez en un tuit desde Guadalajara que "la verdad no es solo cuestión de ética, en periodismo es una obligación", pero el mensaje que lanzamos tiene que ver también con la dignidad profesional y con el derecho a manifestar públicamente distancias con quienes creen que vale todo.
A mi compañera Loli Ríos, en Albacetele impidieron hacer su trabajo para que no saliera en pantalla vestida de negro. Pero además en las redacciones hay profesionales a los que se discrimina a diario y, en algún caso, se le aparta físicamente de la redacción de informativos.
Sorprende -aunque cada vez menos- la naturalidad con la que algunos aceptan ese maltrato a los que, en muchos casos, han sido compañeros durante años. Sorprende la naturalidad con la que algunos ejecutan órdenes a sabiendas de que mienten. Sorprende la naturalidad con la que algunos asumen el papel de censores que se les ha encomendando. Sorprende la naturalidad con la que unos cuantos han decidido convertirse en cómplices necesarios de un plan que nos lleva por el camino que condujo al abismo a Canal 9 o que mandó a la calle a cientos de trabajadores de Telemadrid. Sorprende la naturalidad con la que -los que hoy han optado por colores distintos al negro- asumen que el Medio para el que trabajan se haya pervertido hasta el punto de convertirse por méritos propios en una autentica 'vergüenza nacional'. Sorprende la naturalidad con la que -por ejemplo-en la Radio se asume que el EGM que refleja una pérdida de audiencia de un 40% se 'venda' al público como un enorme logro.
Este viernes -sigo escribiendo a borbotones- mientras un grupo de profesionales vestidos de negro tratábamos de expresar estas cosas a las puertas del edificio de RTVCM en Toledo ha pasado entre nosotros la Directora de Informativos, Victoria Vigón. Lo ha hecho entre aparentes sonrisas, como si algo de lo que aquí se cuenta tuviera gracia; como hace en sus entradillas en ese ejercicio de simulacro de Informativo que perpetra cada día para vergüenza de nuestra profesión. Esa misma directora de Informativos que dijo en sede judicial ante una de las muchas denuncias que acumula que su trabajo consiste en el "envolver" las noticias para que la gente las entienda mejor. Una declaración que tiene, en mi opinión, un trasfondo que explica en buena medida lo que está ocurriendo. Toman por idiota a la gente y lo hacen con una doble maldad; por un lado el menosprecio a los ciudadanos a los que consideran incapaces de percibir tan burdo engaño permanente y, segundo, lo hacen utilizando también los recursos económicos de las víctimas del engaño.
Reconozco que por momentos es inevitable cierta sensación de derrota a la vista de la impunidad con la que se manejan los que coartan la libertad de expresión y manifestación de los trabajadores. Reconozco igualmente su éxito en la misión de inocular el miedo en algunos compañeros que, estando negros por dentro, no se atreven a exteriorizarlo con una camiseta.
Pero antes de despojarme de estas ropas negras, quiero dejar constancia del orgullo que me produce compartir con profesionales como Loli y Esther la necesidad de seguir adelante con la denuncia de este atropello en sesión continua. Ellas, y otros como ellas, dan sentido a jornadas como las que  hemos vivido en RTVCM este viernes.
















lunes, 17 de noviembre de 2014

El patio inglés

No fue la razón de ser de este blog pero tampoco veo motivos para que deje de serlo, aunque sea de manera puntual. Es el caso. Acabo de leer 'El patio inglés' (ediciones Alrevés) y me ha parecido una novela interesante, recomendable.
Reconozco que el tema me cautiva, incluso en alguna ocasión me adentré por esos terrenos literarios, los del joven que tiene todo por vivir pero no acierta a ver la manera de hacerlo y solo encuentra una manera eficaz de rebelarse contra un destino que considera una condena. Imagino que el interés se acentúa cuando has sido -como Pablo- un joven de los 80 y lees ahora la historia de este desencuentro con la perspectiva de padre de un chaval de esa edad.
Una historia dramática contada sin dramatismos superfluos, sin morbo, sin florituras o adornos innecesarios. Gonzalo Garrido apuesta por una fórmula que permite al lector participar activamente de la imparcialidad con la que él mismo se aplica a la tarea de contarla, aunque en ocasiones sea imposible no tomar partido. Se sirve para ello de dos monólogos interiores y compone con ellos el diálogo imposible entre un padre y un hijo, la conversación que no existió, la crónica de una distancia que no tiene culpables ni remedio.
La novela se lee del tirón, posiblemente porque impacta desde el primer instante, con la misma fuerza que el cuerpo de Pablo choca contra el suelo de 'El patio inglés' tras su caída libre desde el tercer piso. El lector se sumerge en el relato con el corazón encogido desde que imagina la angustia de esos padres que ven como su único hijo, de 18 años, abre la ventana del salón y se lanza por ella. Se deja arrastrar por los pensamientos que emergen a borbotones del tipo desesperado que espera respuestas imposibles a las puertas de un quirófano ante un "castigo" que considera inmerecido, aunque le resulte inevitable caer en un sentimiento de culpa.
Cada reflexión se intercala con retazos del diario de Pablo; el relato previo a la huida en forma de vuelo de un chico normal, que se enamora, que sufre y hace sufrir por amor, que se emborracha con los amigos y que se implica por unos ideales que no son precisamente los más llevaderos en el Bilbao de los años de ETA. Un universitario con una inteligencia -he aquí otro dato inquietante- por encima de la media y que, desde luego, no quiere ser "un fracasado" como su padre.
Es de agradecer que el autor no tire de infancias tormentosas o familias desestructuradas para envolver el relato. Cualquier casa, de cualquier vecindario -en todos los pueblos y ciudades- puede tener un patio inglés por el que alguien puede tratar de escapar.






jueves, 13 de noviembre de 2014

De otros muros

Foto: elmundo.es
El Muro de Berlín cayó un 9 de noviembre del año 1989. Si ese acontecimiento histórico hubiera ocurrido el 9 de noviembre de 2014, la Radio Televisión pública de Castilla-La Mancha no lo habría contado en sus Informativos.
Las noticias de alcance nacional e internacional han desaparecido de las escaletas y de los boletines horarios de la radio. Alguien ha decidido -y los demás ejecutan sin rechistar- que a un ciudadano de Huete, de Oropesa, de Manzanares o de Yeste no le interesa -pongo por caso- que la Guardia Civil esté llevando a cabo una macro-operación contra la corrupción con decenas de detenidos en varias provincias de España, o que comparezca el presidente del Gobierno por primera vez desde el 9N para explicar su posición -si es que la tuviera- sobre lo ocurrido el domingo en Cataluña.
Si hoy volviesen a caer las Torres gemelas los boletines de RCM contarían a sus oyentes uno de los muchos logros del gobierno regional o las previsiones de la próxima cosecha. Y la directora de Informativos de la Tele se dedicaría a 'envolver' convenientemente cacas de perros, baches, cardos y demás plagas que se propagan por municipios donde los ciudadanos cometieron el terrible error de no elegir convenientemente con sus votos.
Es evidente que esta manera de proceder, desde el punto de vista periodístico, no resiste el más mínimo y elemental análisis profesional. Y no cabe por tanto más opción que concluir que son otros los motivos e intereses que explican semejante desatino. Los que aún pudiera tener alguna duda al respecto o sintieran curiosidad por conocer esos motivos e intereses no tienen mas que sintonizar un par de veces los Informativos de la Televisión y de la Radio autonómica.
Sin entrar en comparaciones, aprovecho ese evento ocurrido hace 25 años para lamentar que ahora, metidos de lleno en el siglo XXI, haya quién se empeñe en levantar otros muros, aunque estos de los que hablo sirven para cerrar el paso a la libre circulación de una información veraz. Un derecho fundamental que debería ser la primera razón de ser de un Medio público y que aquí queda desterrado por alguien que enarbola la bandera del maniqueísmo y utiliza el muro para dividir, para colocar a un lado y al otro a los buenos y a los malos ciudadanos de esta tierra.
Esta que puede parecer -y lo es- una visión parcial de las cosas, incluye también la sensación amarga que me provocan parte de los peones que participan de manera activa en este proceso. Ante semejante panorama caben dos opciones: colaborar activamente colocando ladrillos para elevar un palmo más cada día la altura del muro, o -segunda opción- tratar de echarlo abajo aunque para ello no exista más herramienta que la fuerza de la razón y del sentido común. Hay argumentos, excusas y miedos para explicar el lado escogido. Podría ocurrir incluso que haya quien se crea necesariamente abocado a participar en una de las dos opciones, sin posibilidad de elegir.
Lo que no procede es la indiferencia y por eso sorprende comprobar cada día la naturalidad con la que algunos asumen una situación que debería escandalizar a cualquiera, pero más aún a quien pudiera conservar alguna pequeña noción de los motivos por los que un día decidió ser periodista.
Y desde luego a estas alturas debería haber quedado muy claro que no tiene ningún sentido actuar como si esto que tenemos delante fuese el Muro de las lamentaciones.

martes, 4 de noviembre de 2014

Felipe VI reina en las encuestas

Foto: bekia.es
Por encima de los méritos que hizo en los banquillos, a Vujadin Boskov se le recuerda por una frase: "fútbol es fútbol". Me he acordado de esa reflexión del entrenador yugoslavo cuando he escuchado algunas perogrulladas sobre la encuesta que este domingo ha publicado El País. Parece obligado que el político de turno recuerde que las encuestas son una"foto fija de un momento concreto" y desde luego es importante dejar claro que "marcan una tendencia, pero la verdadera encuesta es la de la urnas". Con lo fácil sería que decir que "las encuestas son encuestas". O dicho de manera mucho más científica, las encuestas tienen la importancia que tienen, ni más ni menos. 
Dicho lo cual, me parece que se ha destacado muy poco un dato de ese estudio de Metroscopia que tantos atragantamientos provocó en los desayunos dominicales. Me refiero a la valoración que los ciudadanos otorgan a los Reyes
Puede parecer una cuestión menor comparada con el vuelco del panorama político que refleja la encuesta, pero es posible que -al menos en parte- explique el mensaje de los ciudadanos.
Resulta chocante ahora recordar ese tiempo tan reciente en el que uno de los grandes debates en este país era el de Monarquía-República. El Rey Felipe no ha necesitado un 23-F para regenerar la imagen de la Corona que su padre dejó en el momento más bajo de popularidad
Felipe VI le ha bastado con una dosis adecuada de seriedad amable, con transmitir la imagen de tipo bien formado y cabal que no se marcha a cazar elefantes a África y que no se rompe la cadera esquiando. 
El Rey Juan Carlos hizo su mejor servicio a la Corona al abdicar. Entendió que la única fórmula para recuperar el prestigio perdido era echarse a un lado; esa era misión imposible en manos de la misma persona que había dilapidado la enorme dosis de confianza que los españoles habían depositado en él a lo largo de su reinado.
Los políticos no quieren entender que el problema no es de casta, sino de castidad política. Es una cuestión de ejemplaridad y el Rey saliente les mostró el camino cuando comprendió que pedir perdón ya no es suficiente

sábado, 25 de octubre de 2014

Prohibido discrepar

Recibo con tristeza la noticia. Ha dimitido el presidente de la Asociación de la Prensa de Ciudad Real, Wenceslao Monterroso, y con él su junta directiva. Se marcha para evitar la expulsión de esa Asociación de la FAPE (Federación de Asociaciones de Periodistas de España) tal como ha anunciado su presidenta, Elsa González.
Facultad de Periodismo en Cuenca. cuencaon.com
Monterroso ha tenido la osadía de discrepar de la posición oficial de FAPE y ha conseguido que los periodistas de la región entraran en un debate tan antiguo como rancio. Cientos de compañeros respaldaron con sus firmas su reivindicación: que el Colegio Profesional, llegado el momento culminante de su tramitación parlamentaria, no admitiera a los 'no titulados'.
Más allá de una cuestión que debería estar superada hace décadas, resulta inadmisible el episodio. Son muchos los periodistas de la región discriminados, despedidos o ninguneados sin razón profesional alguna; son muchos los periodistas que soportan el 'rodillo' político, las listas negras, los caprichos empresariales.... La debilidad del colectivo ha quedado sobradamente probada con los efectos demoledores de la crisis económica.
Pero este episodio, esta dimisión surgida de una amenaza de expulsión, demuestra también que los males que aquejan a esta profesión no se deben solo a la crisis, ni a la voracidad política por controlar los medios. El problema, y no menos grave que los demás, es también endógeno. La organización más representativa de la prensa en España no consiente la discrepancia. Periodistas que silencian a periodistas porque se atreven a opinar de manera diferente y a plantearlo abiertamente. Extraña manera de entender los valores que defiende una profesión como la nuestra.
No obstante, si esa es la posición por la que apuesta Elsa González, debe proceder -por medio de las Asociaciones provinciales- a abrir expediente de expulsión a todos aquéllos que, siendo miembros de FAPE, en su día estamparon su firma junto a la de Wenceslao MonterrosoAquí tiene a uno,






sábado, 11 de octubre de 2014

A la vista de todos

La empresa para la que trabajo emitió ayer un comunicado en el que asegura que "se está informando con rigor sobre el ébola y ha defendido el trabajo de la auxiliar de enfermería Teresa Romero". Dice muchas más cosas, habla de profesionalidad y de rigor, que están atónitos por la vileza con la que se ataca a los profesionales... Argumentos ante los que solo cabe contestar con el vídeo que da origen a la polémica. Yolanda Guirado y su originalidad extrema para dar entrada a su 'No nos moverán'.
Ambas cosas definen a los que gestionan este empresa pública. El vídeo lo dice todo, pero la nota justificándolo y en tono amenazante (pedimos y exigimos) reafirma que lo ocurrido no es un desliz. Son así; ese es su sentido de la responsabilidad al frente de un Medio público, ese el rigor que imprimen a su trabajo, esa su sensibilidad en el tratamiento de una persona -trabajadora- que está luchando por salvar su vida.
El problema no es que no se haya entendido bien a Yolanda Guirado, el problema es que se les ha entendido todo. Significa, en su lenguaje mezquino, que los protocolos del Gobierno son impecables y que podemos estar todos muy tranquilos y que la auxiliar de enfermería, pobrecita ella, como es tontita, se toca la cara con los guantes y se infecta con el ébola. Está muy bien explicado.
Lo del comunicado es otra demostración evidente de lo que venimos denunciando. Nos toman por idiotas. Lo hacen a diario en informativos convertidos, sin pudor alguno, en instrumentos de agitación y propaganda. No importa que el lunes por la tarde la tele no dijese ni palabra del ébola o que aún el martes por la mañana se ordenase en la radio eliminar la noticia en el boletín de las nueve. No importa que todo esté grabado. "¿A quién va a creer usted a mi o a sus propios ojos?". La cita de Groucho Marx es perfecta para ilustrar este despropósito. Me preguntaba César del Río en la entrevista de 'encastillalamancha' por la mayor aberración periodística y mencioné precisamente el episodio de la picadora de carne par informar sobre el crimen machista de Cifuentes. Si algún día me vuelven a preguntar citaré también esta 'entradilla' de la subdirectora de Informativos de RTVCM y añadiré la nota oficial de la empresa que siguió al revuelo mediático. Cabe recordar que entonces -con la picadora del carnicero- el Director general dijo en sede parlamentaria que aquéllo fue un ejercicio de periodismo "impecable".
Por buscar algo positivo en este panorama desolador y deprimente, me quedo con la dimensión que estos episodios le dan a nuestras denuncias o a gestos tan elocuentes como el de los 'viernes a negro'. Está a la vista de todos y son muchos los que están colaborando para semejante atropello. Unos ejecutando órdenes descabelladas; otros consintiendo y alentando lo que se hace con la Radio Televisión pública. Todos ellos son responsables.


lunes, 29 de septiembre de 2014

Vivir es fácil con los ojos cerrados

El título de la película inspira esta reflexión el mismo día que la red difunde la imagen de la redacción de una Televisión pública que se levanta contra la manipulación. Coinciden en el tiempo la elección de la cinta de David Trueba para pelear en representación del cine español por el Oscar con la actuación improvisada de un grupo de periodistas de una Televisión pública que reclaman el papel que corresponde al periodismo y a la dignidad profesional.
@sirahtuiter
El periodista que, por norma, no debe ser protagonista de la noticia, sí debe ser garante de la veracidad de la información que se ofrece. Más aún, este caso demuestra que también debe serlo, en la medida que le corresponda, de las noticias que difunde el Medio para el que trabaja. Ese es, en mi opinión, el valor del gesto. De poco o nada sirve ceñirse a la pulcritud propia si no se entiende que la ausencia de rigor, la manipulación o, peor aún, la mentira sistemática emborrona también ese trabajo individual. El descrédito del Medio lo es también de sus profesionales.
De poco o nada sirve parapetarse tras el miedo para mirar a otro lado, como si esa intoxicación premeditada de la realidad no fuese cosa de todos. Hay una responsabilidad por acción pero también la hay por omisión. Combatir a los que cada día se empeñan en pisotear la dignidad profesional y el ejercicio legítimo del periodismo debería ser tarea compartida de toda sociedad democrática que entienda el valor que tiene la veracidad informativa, más aún si se trata de la que se ofrece como servicio público.
Pero poco o nada podemos esperar de esa sociedad si no somos los propios periodistas los que nos levantamos, si optamos por lo fácil, si seguimos sentados -o peor aún de rodillas-  y con los ojos cerrados.



   El título 'Vivir es fácil con los ojos cerrados' está sacado de la letra de esta canción escrita por Lennon en 1966 durante su estancia en Almería para el rodaje de una película

martes, 16 de septiembre de 2014

Carta a la compañera Letizia

Foto: Hola.com
Compañera Letizia:
Permite en primer lugar que me dirija a ti en tu condición de periodista. Posiblemente lo que más aprecio de tu discurso en el Senado es lo que implican tus palabras; un periodista que valora la esencia de esta profesión no deja de serlo nunca, al margen de las circunstancias vitales -ser reina de España, pongo por caso- que puedan surgir en el camino.
Solo alguien que como tal se siente -como periodista digo- puede poner por delante esa condición para hacer un discurso como el tuyo. El elogio a Carmen del Riego es sobre todo un llamamiento -así lo entiendo- hacia los que un día decidimos dedicarnos a esta cosa del periodismo. Hago mías tus palabras sobre los "periodistas valientes" que "dicen no".  Pero bien sabes que dichas por este periodista de provincias o por el más reputado de los cronistas parlamentarios que en el Senado asistían al acto no tienen ni una pizca del valor que las tuyas.
En esos foros tan nuestros ya hay quien saca las uñas y alegan que es fácil decir cosas como estas desde tu posición. Yo creo justamente lo contrario. El valor de tus palabras reside precisamente en decirlas sin tener necesidad de hacerlo; habría bastado con un discurso diplomático recordando la trascendencia del periodismo y su papel fundamental en el asentamiento de la democracia en este país o en cualquier otro del mundo. Pero no te quedaste en eso, recordaste que eso solo es posible con periodistas que "protegen el oficio y lo miman a base de seriedad, rigor y verdad".
Celebro compañera tus palabras valientes porque sabes bien -qué te voy a contar a ti- hasta qué punto te han dicho que tienes que seguir el patrón de reina perfecta que ha sido tu suegra. Yo prefiero a una reina que diga cosas, que además de demostrar que sabe llevar con elegancia la corona sobre la cabeza sea capaz también de demostrar que tiene la cabeza sobre los hombros. Cuántos analistas/tertulianos/todólogos nos han contado la enorme profesionalidad de doña Sofía, su discreción, su saber estar.... siempre al lado del Rey. Yo prefiero una reina que, como mujer y como periodista, encarne otros valores. En el caso del periodismo, compañera majestad, también parece que el valor al alza es el de aquellos que se dedican a ver, oír y callar; que la profesionalidad va de la mano de la sumisión y lejos de "plantarnos" nos dedicamos a contar lo que nos dicen que contemos sin más criterio que el dictado por quién nos manda, aunque no sea un rey.
El otro día -aunque está mal citarse a uno mismo- escribía aquí que el miedo es el peor enemigo de la dignidad y el mejor aliado de la resignación. En eso estamos, compañera Letizia. Estas palabras tuyas el día que cumples 42 años me llevan a una reflexión aún más triste y que percibo con toda claridad en las 'nuevas generaciones' (con perdón) que ahora llegan a las redacciones. Piensan que lo que están haciendo es periodismo y, desgraciadamente, no querrán saber nada de mensajes como el tuyo en el Senado porque nosotros somos unos carcas que no tenemos ni idea de lo mal que están las cosas ahora. "Con los principios no se come", me dijo hace unas semanas un periodista de nuevo cuño, recién salido de la Facultad y, por supuesto, muy apreciado por esos que se ocupan de dictar lo que hay que decir.
Me queda el consuelo de haber vivido y compartido el espíritu de eso que tu definías muy bien, el de "esos periodistas que están, son, creen y que todos los días a pesar los miles de problemas y dificultades se detienen un instante y piensan que sí, que merece la pena estar ahí y contar a todos los ciudadanos lo que pasa".
Felicidades compañera por tu cumpleaños y por ese compromiso con tu profesión, la del periodismo. En la otra que ahora te ocupa, la de reina, permite que te pida que la valentía que reclamas a los periodistas la sigas teniendo en nombre de la corona, que sepas decir no cuando corresponda y, más aún, que recuerdes este mismo mensaje -tu que tienes oportunidad de hacerlo- a los que llevan tiempo sentados en el trono ciscándose en el periodismo y en la madre que parió a todos esos valores que tu con buen criterio has recordado en el Senado.

Atentamente:
Jesús Espada, periodista.




sábado, 13 de septiembre de 2014

En el ojo de la tormenta

Vaya por delante que en esto del cine me pasa como con el vino. Mi criterio está basado únicamente en lo que me gusta o no me gusta.
No necesitamos ser expertos para eso, aunque entiendo también que cuanto más conoces de las cosas más opciones tienes de disfrutar de ellas.
Dejando claro, por tanto, que esto no pretende ser una crítica cinematográfica me parece que  'El ojo de la tormenta' es una de esas películas perfectamente prescindible. Tampoco pasa nada por verla, no es de las que te tienen desde el primer cuarto de hora mirando el reloj ni de las que provocan ese sopor que te acaba por vencer por más que luches y te remuevas en la butaca. Un amigo mío dice que, en origen, la costumbre de consumir  palomitas y coca cola en el cine tiene relación directa con el sueño que provocan ciertas películas. No es el caso. Tampoco es de esas que te hacen salir del cine con un cabreo monumental pensando en los siete euros y, sobre todo, en la hora y media que acabas de malgastar.
No puedo decir si los efectos especiales, la fotografía y otras cuestiones técnicas son dignas de elogio o del montón.
Así que me centraré en el comportamiento humano en tiempos tormentosos.
Resulta que hay profesionales de las tormentas, tipos que hacen de ellas su forma de vida; van a su encuentro y si pudieran (todo se andará) ellos mismos las provocarían; entienden que los efectos que causan son un mal menor comparado con los beneficios que obtienen de ellas.
Los hay también que se meten en las tormentas pero lo hacen como simples aficionados. Sobre todo simples, porque son tontos, tontos de baba (que diría el Sabio de Hortaleza) que hacen de la estupidez su razón de ser porque esa es una 'cualidad' (otro buen asunto para la reflexión) que también cotiza al alza. Los primeros son cazadores de tormentas, los segundos cazadores del vídeo de oro.
Luego están los que no se enteran o no se quieren enterar; los que se empeñan en no querer ver lo que se les viene encima por más que una legión de hombres del tiempo se lo estén advirtiendo.
Y luego están los 'desgraciaos', los que no se libran de tornados, huracanes, rayos y truenos porque ellos mismos atraen, sin remedio, todo tipo de fenómenos adversos incluidos los que la naturaleza provoca.
Dudo que el director de esta película tratase de construir semejantes personajes y menos aún trasladar esa imagen a otra cosa que no sea la de los vendavales tormentosos.
Espero, eso sí, que este análisis personal no sea argumento suficiente para que alguien se anime y decida ir a verla. Por si acaso no destriparé el final, aunque ¿quién no sabe lo que viene después de la tempestad?.



Pd. No deberíais dejar de escuchar la Tormenta. Versión La Mandrágora.




miércoles, 10 de septiembre de 2014

Miedo

Tengo para mi que una de las peores cosas que nos ha traído la crisis es la dictadura del miedo. Está en todas partes y parece extenderse sin control; pero no es cierto, creo más bien que es precisamente el manejo preciso del miedo y su estratégica difusión la que hace aún más mortíferos sus efectos.
Cada cual gestiona sus miedos como puede, como le dejan, como Dios le da a entender, con egoísmo calculado, sin pudor, con maldad, sin remedio, con vino, a palo seco, en compañía de otros o solo.
Tenemos miedo a hablar y mucho más a decir lo que pensamos. Pero también nos asusta quedarnos callados porque alguien, sin duda, interpretará de forma interesada nuestros silencios. 
Sabemos que callar nos hace cómplices, pero enfrentarse al miedo es una opción poco probable y demasiadas veces se impone la cobardía. Optamos entonces por salvar nuestro culo aunque ello suponga que le den por ahí mismo al que haga falta, aunque ese alguien fuera amigo o aliado en otro tiempo no lejano. No importa que otros caigan porque el miedo es un escudo magnífico en el que poner a resguardo nuestra conciencia malherida, suponiendo que alguna vez la tuviéramos. 
El miedo es el peor enemigo de la dignidad y el mejor aliado de la resignación
El miedo es la excusa perfecta para no hacer lo que de sobra sabemos que deberíamos hacer; por nosotros mismos, por las generaciones que nos trajeron hasta aquí, por nuestros hijos... 
El miedo nos mantiene en el rincón encogidos, con la cabeza entre las piernas, con los ojos cerrados... como si eso nos hiciera invisibles, como si eso nos garantizase quedar a salvo, como si lo único importante fuera sobrevivir un minuto más, una hora más, un día.... Como si vivir en realidad se hubiera convertido en un tema menor, en objetivo secundario. 
Tenemos tanto miedo que estamos dispuestos a dar las gracias si no nos pisan demasiado fuerte. Y lo peor de todo es que estamos interiorizando tanto el miedo que damos por sentado que las cosas son así, que solo pueden ser así o, peor aún, que podrían ponerse mucho peor. 
Nos estamos acostumbrando. Parece que el estado natural de las cosas es esta sensación de estar cagados de miedo; por lo que sabemos, por lo que intuimos, por lo que pueda venir o por lo que nunca existió.
Tenemos tanto miedo que podemos escribir teorías como esta sin decir abiertamente de qué o de quién estamos hablando porque, para hacerlo, habría que echarle un par de cojones.



jueves, 4 de septiembre de 2014

No es periodismo

Pueden seguir tomando por idiotas a todos. Pueden seguir tratando de engañar a todo el mundo, aunque solo lo consigan con unos pocos mientras encabronan a una inmensa mayoría. Pueden mentir, censurar, provocar, trasvasar vecinos... Pueden echar mierda en las calles y piedras en las carreteras para mostrar las nefastas consecuencias que tiene dar el voto a la opción equivocada. Pueden ciscarse en la credibilidad del Medio y de sus profesionales. Pueden convertir en enemigo a todo aquel que no demuestre incondicional adhesión al Régimen y machacar sin contemplaciones a los que osen discrepar. Pueden acojonar –porque pueden- a la mayoría silenciosa. Pueden cobijarse tras el manto de la impunidad que han tejido los mismos que otrora clamaban contra el sectarismo. Pueden seguir colocando amiguetes a su antojo. Pueden saquear la caja, pueden beberse hasta la última botella de  vino, pueden trasegar tertulianos, cultivar cuernos y vomitar rótulos. Pueden engrasar la máquina picadora de carne por si alguno aún no se ha enterado de quién manda aquí. Pueden pisotear el orgullo de sus mamporreros y de aquellos que hacen méritos cada día para serlo. Pueden pasarse la legalidad por el arco del triunfo. Pueden hacer lo que les salga de sus mismísimos desvaríos porque los que deberían impedirlo no solo se lo consienten sino que les alientan a hacerlo. 
Poco o nada se puede pedir –menos aún exigir- a quien así se maneja. Pero al menos sería deseable,  por la parte que a uno le toca, que no lo hagan en nombre del periodismo.



viernes, 29 de agosto de 2014

En defensa del género epistolar

Es obligatorio, según las bases, que el texto sea manuscrito para participar en el concurso de cartas de amor de Cobisa. Fue una de las cosas que me llamó la atención para presentar la mía. Los promotores del certamen explicaron al anunciar la convocatoria que, a pesar de las dificultades que esa circunstancia añadía al jurado en su labor, es también una manera de reivindicar el género epistolar en toda su extensión.
En efecto, la difusión de 'Por si mañana' en las redes sociales, tiene relación directa con el hecho de que la carta esté escrita a mano
Pertenezco a la generación que ha sido testigo del declive y, prácticamente, de la desaparición de cartas como aquéllas que escribía mi abuelo ("... que al recibo de la presente sigáis bien, por aquí bien gracias a Díos...") a parientes a los que no veían en años, o a sus propios hijos que habían tenido que emigrar al lejano Madrid en busca del futuro que les negaba su pueblo de Cuenca. Entonces las cartas anunciaban noticias que seguramente habían ocurrido semanas atrás, incluidas inundaciones, fallecimientos, partos...Pero más allá de la distancia y el tiempo, las cartas tenían ese poso de lo trascendente, el valor de lo duradero, de lo que queda por escrito en una hoja que no se iba a una papelera sino que pasaba a formar parte, en muchos casos, de una colección. No es extraño el afán por acertar en lo que se decía y cómo se decía porque, entre otras cosas, eran obras muy dadas a la relectura e incluso al análisis familiar. Las cartas eran algo muy serio; el bálsamo del soldado en el frente o de la sufrida novia durante el servicio militar de los quintos, de la madre del exiliado, del emigrante... 
Escribo esto mientras mi hijo 'whatsappea' con velocidad frenética. Él no entendería aquél concepto de la información en diferido -con perdón- ni mi abuelo este modelo de la inmediatez absoluta. Supongo que en virtud de esta generación a la que pertenezco entiendo el avance y me sumo a él gustoso. Aunque no me importaría que en ocasiones recuperásemos el valor de lo escrito, la importancia de lo que contamos. De esa manera, por ejemplo, no tendríamos que leer en el grupo de 'padres y madres' de los compañeros de clase de mi niño el 'buenos días' -con emoticono incluido de carita sonriente- de uno de sus selectos miembros. 
Todo este preámbulo para colocar aquí un texto en el que aún llega mucho más lejos el valor de una carta. Uno de esos textos que ahora ando rebuscando en el baúl de los recuerdos, que se publicó en la 'Antología Orola 2012 y  que -en un alarde de originalidad- titulé 'La Carta'  

      La  carta
Se sentó en su viejo asiento de mimbre, cerca de la lumbre. En el bolsillo del delantal llevaba el sobre; sacó con cuidado exquisito el papel amarillento y lo desdobló con mimo, como con miedo a causar daño a semejante tesoro. Se colocó las viejas lentes de pasta y apenas movía los labios cuando leía muy despacio aquellas cuatro líneas:
 “Querida Julia:Me quitan la vida que es lo único que pueden quitarme. Pero todo lo demás me lo llevo. No les odies y no dejes que nuestros hijos lo hagan. Me marcho tranquilo porque se quedan en las mejores manos. Gracias por hacerme feliz todos estos años. Sabes que te quiero”.
Una lágrima volvió a resbalar por los surcos de aquella piel curtida por el dolor mientras yo, en silencio, contemplaba el ritual que mi abuela había repetido, cada día, durante 52 años.


Pd. Por increíble que parezca y a pesar de mi torpeza informática en apenas 20 días he conseguido habilitar los comentarios en el blog. No os cortéis.














sábado, 16 de agosto de 2014

Hablemos del amor


Estos días de pasión y efervescencia emocional me están deparado momentos memorables, reencuentros inesperados, descubrimientos felices, sueños renovados, insomnio ocasional y unas cuantas sorpresas. Una de ellas, lo confieso, es adentrarme de nuevo en historias que fui escribiendo en otros tiempos.
No me sorprende (porque siempre fue así) que no me guste casi nada de lo que escribí. En todo caso, lo sorprendente es que hayan sobrevivido entre los archivos de word viejos relatos, microrrelatos, más cartas y hasta algún poema (qué osadía) que bien pudieran haber acabado, como la gran mayoría, en la papelera de reciclaje. 
Pero sucede ahora otro fenómeno casi insólito y provocado, sin duda, por los efectos de 'la carta'. El gusto por escribir viene de lejos, pero el interés por compartir es nuevo. 
Tampoco 'Por si mañana' recibió mi crítica favorable una vez entregado el sobre con el texto en la Biblioteca de Cobisa. Sin embargo, todo lo que ha ocurrido después -junto al impulso de algunas personas cercanas- me han hecho cambiar la perspectiva y ahora pretendo abrir ese cajón tan personal para que cualquiera pueda rebuscar en él y, con un poco de suerte, encontrar alguna frase, algún personaje o alguna vivencia que merezca la pena. En ello estamos. Espero que sea cosa de la edad y no del gusto por el elogio repetido que estoy disfrutando estos días. 
A estas alturas del texto es posible que alguien haya reparado en el título. En un ejercicio que va en contra del criterio elemental periodístico, dejo para el final la explicación que tiene que ver con la mayor de las sorpresas que me deja la relectura de 'mi obra'. Es evidente,al menos en mi caso, que se escribe mejor -mejor dicho, que se escribe- en los picos anímicos, sobre todo en los bajos. En lo que no había reparado hasta ahora es en la temática. 
El asunto capital es, como en la carta, el amor. Vamos, que me doy cuenta ahora (esta es la sorpresa principal) que me he pasado la vida escribiendo sobre el amor. En todas las dimensiones (las mías, claro) posibles y en las imposibles. Todas ellas tan ciertas como la literatura, como la vida misma y, en ocasiones, más allá de la muerte. Amor eterno o eterno desamor, según las circunstancias.
Tampoco es extraño si lo pensamos bien. Al fin y al cabo -ya lo dijo mi idolatrado Raphael- es "toda la verdad de nuestras vidas". 










lunes, 11 de agosto de 2014

El detonante

De los motivos por los que nace este blog


Este blog podía haber nacido hace mucho tiempo o no haber nacido nunca. Supongo que, como para tantas otras cosas en la vida, hace falta un detonante. En mi caso es el que da nombre a este espacio de reflexión en el que solo pretendo (al menos eso creo) compartir experiencias.
'Por si mañana' es el título del texto con el que he ganado el concurso de Cartas de amor de Cobisa (Toledo); pero con ser importante el premio y la ilusión de ganar, ese texto breve se ha convertido en un auténtico acontecimiento personal, una catarata de emociones que en ocasiones (lo reconozco) llega a desbordarme.
Por un lado está el vértigo que provoca saber que decenas de miles de personas en todo el mundo están leyendo ese texto que yo escribí. Por otro, el de comprobar que en la inmensa mayoría de los casos la reacción más repetida es la que -imagino- cualquier artista (pintor, músico, actor, escritor....) desea provocar con su obra: la emoción. Esa, supongo, es la razón por la que muchos de ellos responden al impulso de compartir eso que acaban de leer.
Ha sido realmente sorprendente el efecto multiplicador de las redes, aunque también debo asumir que ha sido imposible frenar la difusión de mi relato como si se tratase de la carta que un enfermo de alzheimer escribió a su esposa en un momento de lucidez. Nunca tuvo más intención que la literaria. Literatura nada más, nada menos.
He tenido un acercamiento directo e inesperado a eso que llaman 'viralización' y debo decir que, por un lado, es inevitable un cierto morbo al comprobar como se extiende por las redes la imagen de aquellas líneas que puse un día sobre el folio en blanco (aclaro en este punto que el texto está escrito a mano porque así lo establecían las bases del concurso). El otro efecto inevitable -al menos en mi caso- es una cierta frustración porque aquello que has creado se difunda sin más, de manera descontrolada, sin dejar constancia de que se trata de un texto literario y -por qué no decirlo- sin citar al autor.
En todo caso, ha sido muy gratificante percibir la sensación general de aquellos que primero creyeron estar leyendo la carta escrita por un enfermo y después han sabido que se trata de un texto literario. En la inmensa mayoría de los casos que he conocido, lejos de quitárselo, le dan aún más valor a la emoción que sintieron al acercarse por primera vez al texto.
Un tuit definió muy bien la esencia de la cuestión al señalar que el autor escribió la carta "desde la piel de un enfermo" y que su lectura le había hecho "llorar a mares". Creo que no hay mejor respuesta para los que cuestionan si se trata o no de un texto real. Pocas cosas tan reales y ciertas como la literatura. Este es el ejemplo. Como ciertos y reales son también los testimonios de todos aquellos que dicen haber visto en la carta el reflejo que en algún momento han percibido en un ser querido.
Mentiría si dijera que la intención primera era esa, pero a la vista de la repercusión y el efecto causado me agrada y mucho que mi carta sirva como sincero homenaje a los que padecen la enfermedad y testimonio de admiración hacia todas las Julias que cuidan de ellos.
'Por si mañana' ha sido detonante pero pretende ser también una declaración de intenciones, una filosofía que confío en saber aplicar -por lo menos- en este blog y que consiste en no dejar guardado aquello que tengamos el impulso de contar y que, ¿quién sabe?, mañana tal vez no pueda, no quiera o no venga a cuento decir.
Desde el respeto, con el alma de periodista como estandarte y sin más vocación que la de contar y comentar las cosas que pasan, o aquellas que ocurren en esa realidad incuestionable que es la literaria.
Así, un 10 de agosto de 2014, proclamo públicamente el nacimiento de este blog que he dado en llamar 'Por si mañana' y doy por bienvenidos a todos los que alguna vez os paséis por aquí.

Jesús Espada