jueves, 30 de julio de 2015

De Cabañeros a Villar de Cañas

Llegar a cierta edad tiene muchos inconvenientes, pero también alguna ventaja. Este martes las portadas de varios medios nacionales y los informativos de las grandes cadenas de radio y televisión me han traído a la memoria otros episodios en los que Castilla-La Mancha se rebeló contra decisiones/imposiciones que afectaban a esta tierra.
Batallas políticas que permitieron que hoy Cabañeros sea un Parque Nacional en lugar de un campo de tiro. O la que evitó que otro extraordinario espacio natural, el de las Hoces de Cabriel, fuera atravesado por la autovía de Valencia.
En uno y otro caso había informes técnicos y económicos que avalaban los proyectos, pero en ambos pudo más la defensa de los intereses regionales y, en mi opinión, la fuerza de la razón.
Hay quien se empeña en confundir la lealtad con la sumisión. Defender los intereses de Castilla-La Mancha no debe interpretarse como un ataque a los intereses de la nación. Son muchos los que han aprovechado la crisis para poner en cuestión el estado autonómico, como si fuera el origen de todos los males, en lugar de reconocer que ha sido ese modelo (con sus desajustes, carencias y abusos) el que ha propiciado el periodo de mayor progreso y equidad en nuestro país. El modelo que ha corregido (al menos en parte) la enorme brecha entre regiones como Castilla-La Mancha y otras a las que la historia y los que tomaban las decisiones ofrecieron más oportunidades de expansión.
Aquellas batallas me recuerdan a la que ahora emprende el nuevo gobierno regional contra la implantación del ATC en la provincia de Cuenca. Supongo que mi posición personal (en este caso oposición) tiene también relación con esas experiencias.
Solo se pierden las batallas que se emprenden, pero incluso si así ocurriera esta decisión política sirve al menos para abrir el debate que se le ha negado a esta Comunidad con el rodillo informativo impuesto por el ejecutivo saliente; ese rodillo del que aún no se ha liberado la Radio y la Televisión pública que pretende hacernos ver lo enormemente afortunados que somos por tener en la puerta de casa un basurero en el que acumular durante siglos los residuos nucleares del país. La doctrina oficial no ha permitido que se escuchen voces discrepantes; el rodillo ha silenciado los informes geológicos que ponen dudas sobre la idoneidad de las tierras y ocultó a la opinión pública las circunstancias que rodearon la dimisión de Gil Ortega como presidente de Enresa.
Aquéllas batallas también se libraron contra ejércitos poderosos que enarbolaban el estandarte del interés general. Abrir el debate permitirá por ejemplo contestar a los que argumentan que el proyecto del ATC es obra del gobierno de Zapatero; como si esa circunstancia añadiera o restara algo de razón al ejecutivo de García Page para oponerse a que se instale en la provincia de Cuenca. Es más, el detalle nos permite recordar también que las batallas de Cabañeros y de las Hoces se libraron contra gobiernos del mismo signo.
Durante mucho tiempo he pensado que si el estado autonómico hubiera existido unos años antes, nuestra tierra no estaría sufriendo el 'expolio' vergonzoso del Tajo vía trasvase. A la vista de lo ocurrido estos años ya no lo tengo nada claro.