sábado, 13 de septiembre de 2014

En el ojo de la tormenta

Vaya por delante que en esto del cine me pasa como con el vino. Mi criterio está basado únicamente en lo que me gusta o no me gusta.
No necesitamos ser expertos para eso, aunque entiendo también que cuanto más conoces de las cosas más opciones tienes de disfrutar de ellas.
Dejando claro, por tanto, que esto no pretende ser una crítica cinematográfica me parece que  'El ojo de la tormenta' es una de esas películas perfectamente prescindible. Tampoco pasa nada por verla, no es de las que te tienen desde el primer cuarto de hora mirando el reloj ni de las que provocan ese sopor que te acaba por vencer por más que luches y te remuevas en la butaca. Un amigo mío dice que, en origen, la costumbre de consumir  palomitas y coca cola en el cine tiene relación directa con el sueño que provocan ciertas películas. No es el caso. Tampoco es de esas que te hacen salir del cine con un cabreo monumental pensando en los siete euros y, sobre todo, en la hora y media que acabas de malgastar.
No puedo decir si los efectos especiales, la fotografía y otras cuestiones técnicas son dignas de elogio o del montón.
Así que me centraré en el comportamiento humano en tiempos tormentosos.
Resulta que hay profesionales de las tormentas, tipos que hacen de ellas su forma de vida; van a su encuentro y si pudieran (todo se andará) ellos mismos las provocarían; entienden que los efectos que causan son un mal menor comparado con los beneficios que obtienen de ellas.
Los hay también que se meten en las tormentas pero lo hacen como simples aficionados. Sobre todo simples, porque son tontos, tontos de baba (que diría el Sabio de Hortaleza) que hacen de la estupidez su razón de ser porque esa es una 'cualidad' (otro buen asunto para la reflexión) que también cotiza al alza. Los primeros son cazadores de tormentas, los segundos cazadores del vídeo de oro.
Luego están los que no se enteran o no se quieren enterar; los que se empeñan en no querer ver lo que se les viene encima por más que una legión de hombres del tiempo se lo estén advirtiendo.
Y luego están los 'desgraciaos', los que no se libran de tornados, huracanes, rayos y truenos porque ellos mismos atraen, sin remedio, todo tipo de fenómenos adversos incluidos los que la naturaleza provoca.
Dudo que el director de esta película tratase de construir semejantes personajes y menos aún trasladar esa imagen a otra cosa que no sea la de los vendavales tormentosos.
Espero, eso sí, que este análisis personal no sea argumento suficiente para que alguien se anime y decida ir a verla. Por si acaso no destriparé el final, aunque ¿quién no sabe lo que viene después de la tempestad?.



Pd. No deberíais dejar de escuchar la Tormenta. Versión La Mandrágora.




1 comentario:

  1. No me gustó mucho la película, creí que Into the storm sería una película más realista, pero cuando llega al clímax de la película, cae en la exageración total, lo que la hace muy aburrida y predecible.

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