domingo, 9 de octubre de 2016

Apuntes

Aún quedan en algún rincón del trastero unas pocas carpetas que lograron sobrevivir a tempestades y naufragios. Guardan apuntes de un tiempo en el que casi todo estaba por escribir. Y con ellos, aquellos sueños que también nos sirvieron para afrontar los exámenes  más complicados.
En la Facultad de entonces, como ahora, no aprendes a ser periodista; en realidad eso no se aprende nunca aunque cada día sea una nueva lección. Tal como lo recuerdo, la experiencia universitaria servía fundamentalmente para alimentar vocaciones o, según el caso, para sofocarlas.
Han pasado 25 años y Marisa, la misma que tiraba del grupo entonces, se ha subido de nuevo a las tablas para poner en escena 'El reencuentro'.
Fuimos universitarios sin móviles, sin internet, sin correos, sin redes sociales... Pero teníamos los apuntes y ya se habían inventado las fotocopiadoras. Cinco lustros después, si nos fijamos un instante, podemos leer entre líneas que era mucho más lo que compartíamos en esos folios. Incluso los borrones más negros de algunas de aquellas páginas han dejado lecciones vitales.
'El reencuentro' me ha recordado que seguramente no le di todo el valor que tenían entonces los apuntes. Supongo que eso no se compensa con unas pocas líneas en un blog, pero dejo aquí constancia de una gratitud sincera por esta huella que ha quedado; aunque no puedo evitar la sensación de que también hay algo de lamento por tantos momentos no compartidos en estos años.
25 años, así, de golpe, de repente, sin avisar, sin anestesia... En todo caso, las arrugas y las canas son un buen antídoto contra el pudor y hasta apetece confesar que hay emociones que no puedes ni quieres contener; ocurre con personas a las que seguramente quieres mas de lo que tu mismo pensabas. Escrito quedó en los apuntes.

Pd. Chicas, sois y estáis estupendas

martes, 16 de agosto de 2016

L

muyinteresante.es
No son muchos ni pocos. Los justos para llegar hasta aquí.
El tiempo exacto para haber aprendido unas pocas cosas e ignorar muchas más.
Lo necesario para entender que sabemos muy poco de casi todo y de lo demás no sabemos nada.
Que aquí estamos, mientras no se demuestre lo contrario.
Que lo que no puede ser no puede ser y además casi siempre es posible.
Que lo imposible cuesta un poco más.
Que la luna está ahí por algo.
Que la experiencia nos enseña a perfeccionar el estilo para tropezar en la misma piedra.
Que las circunstancias son las que son y lo demás son excusas.
Que sin pasión puede ser, pero no será lo mismo.
Que la felicidad no se gana partido a partido.
Que el mejor vino no sabe a nada si no lo compartes.
Que ellas siempre tienen razón.
Que los abrazos no curan, pero calientan.
Que solo falla el que que lanza el penalti.
Que mereció la pena.
Que pedimos la última y nos vamos.

domingo, 24 de julio de 2016

(Entre paréntesis)


Hagamos un paréntesis en la apasionante cacería del pokemon para adentrarnos en el mundo de las reflexiones intrascendentes.
Seguramente no se ha abordado lo suficiente el valor del 'paréntesis', como concepto general. Tratemos de poner algo de luz en la cuestión. Es lo que tiene el paréntesis vacacional; nos empeñamos tanto en desconectar que a veces nos vemos transitando por terrenos escarpados a los que no sabemos como hemos ido a parar y en serio riesgo de despeñarnos.
Hay paréntesis -aplíquese a la escritura o a la vida en general- que lo explican todo, otros que no aportan nada y unos cuantos que no vienen a cuento.
Si nos fijamos bien, nos pasamos la vida deambulando entre paréntesis: aquél amor de verano, la mili, la Universidad, el matrimonio...
En muchos casos son inevitables y no cabe más opción que tratar de sacar el máximo provecho de ellos o minimizar los daños que nos causan. Podría decirse que la felicidad está condicionada en gran medida por la capacidad de estirar o achicar, según el caso, ese espacio/tiempo.
Otros los decidimos de manera más o menos voluntaria; siempre las circunstancias deciden con nosotros y no siempre acertamos en el porcentaje de influencia que dejamos en sus manos.
Con carácter general, se podría decir que el abuso del paréntesis provoca una sensación inevitable de atropello permanente, de avanzar a trompiciones. En el otro lado hay que situar a los que administran con racanería el uso y disfrute del paréntesis. Anteponen la experiencia a la esperanza y, aunque a veces no lo sepan, dejan de lado esa oportunidad que nunca dejan de soñar. O peor aún, caen en la cuenta de ello y quedan instalados en la duda, en ese regusto amargo de lo que pudo haber sido.
Es importante evitar atascos. Sucede cuando nos empeñamos en abrir paréntesis dentro de los paréntesis, es decir sin cerrar el anterior. Tratamos de contar o de vivir una historia dentro de otra historia, mezclamos la principal con la subordinada y en vez de enriquecer el relato lo hacemos confuso, por momentos ininteligible; finalmente habrá que volver atrás cuando caigamos en la cuenta de que incluso nosotros, que supuestamente sabemos lo que queremos contar o vivir, hemos perdido el hilo.
Si reparamos en ello, veremos que algunos de los momentos más hermosos de la vida ocurren entre paréntesis. Bueno sería, por tanto, echar mano de fórmulas que nos permitieran encontrar el momento y el tiempo adecuado, sin forzar la apertura ni renunciar -llegado el caso- al cierre, mimando como merece la experiencia vital que acontece. Lo siento, es evidente que no conozco esas fórmulas; si acaso, cabe recordar que hay reglas gramaticales a las que estamos sometidos en el uso de los signos de puntuación y hay normas no escritas que intervienen en ese otro uso del concepto que nos ocupa. No está admitido ni tiene sentido colocarlos entre sílabas o letras de una misma palabra; de la misma manera que nos pueden hacer paréntesis -pongamos por caso- en el am (   ) or. A la vista está.
Los paréntesis sirven en muchas ocasiones para aportar información complementaria o una aclaración. No es el caso, lo sé, pero el mundo blog te permite estas licencias. 
Volvamos a la tarea, que Pikachu  no entiende de incisos





PD. Estas cosas de la vida pueden ser tan complicadas o sencillas como bailar un vals. El Kanka lo explica con mucho estilo.




lunes, 4 de julio de 2016

...y en el último trago nos vamos


Mi borracho de cabecera está sembrado últimamente; desde que descubrí los chupitos de jägermeister la terapia me sale mucho más barata comparada con la noche de copas.
Admiro la capacidad de este tipo para destilar el alcohol en el cerebro; la única resaca que recuerdo provocada por ese brebaje maldito aún me taladra alguna neurona que logró sobrevivir a una noche de San Valentín en la que salí de casa con aspiraciones de príncipe azul y regresé convertido en repugnante sapo verde; sospecho que los besos que nunca dimos nos persiguen ya para siempre.
Pero mi psicoanalista de barra, experto catador de venenos, se viene arriba con el castigo; su lucidez es tanto mayor cuanto más se aproxima a lo que para cualquiera sería un coma etílico. En esos momentos desborda una extraordinaria capacidad de persuasión y puede conseguir, por ejemplo, que te vayas a casa con la certeza de que estás en perfectas condiciones para conducir o incluso convencido de que no hay sueños imposibles ni motivos para dejar de luchar por ellos.
Anoche incluso consiguió que me comprometiera a dejar constancia por escrito de las bondades del tratamiento por si pudiera ampliar, dice, su cartera de clientes. No seré yo el que afirme la eficacia de sus reflexiones, pero al menos la ocasión me permite seguir estirando el repertorio de este espacio que, como tengo dicho, no es más que un ejercicio mental para el desahogo con un toque de provocación.
O dicho de otra forma, todo lo anterior no es más que una excusa para acercarme a la temática de una de esas canciones que se aparecen por algún motivo y que me apetecía compartir; he elegido esta versión en la que queda bien reflejado aquello que dijo de ella Sabina: Quien pudiera reír como llora Chavela.









domingo, 12 de junio de 2016

Las lágrimas de Pablo

Cientos de seguidores dedicaban el último aliento a desahogar su tristeza con cánticos de gratitud a los futbolistas que acababan de caer eliminados en Alicante. Desde la grada más alta del Rico Pérez se trenzaba una comunión poco usual entre un equipo y su afición, ese reconocimiento a unos jugadores que además de entrega y esfuerzo han sembrado ilusión a base de fútbol. Reconocimiento recíproco porque los futbolistas devolvían el aplauso y la gratitud hacia su gente desde el césped.
Ajeno a la escena, Pablo  -con el 11 en la espalda y el nombre grabado en su camiseta verde- envolvía las lágrimas acurrucado en su asiento. Equipo y afición se consolaban mutuamente desde la tribuna y el terreno de juego, pero Pablo no podía dejar de llorar, tapándose la cara con los brazos y con la cabeza metida entre las rodillas. En su mentalidad infantil no cabía explicación para la crueldad con la que el fútbol ha tratado al Toledo en esta eliminatoria. Porque había hecho muchos kilómetros para estar ahí arriba, en esa tribuna de ese enorme estadio, porque lució con orgullo su camiseta por las calles de Alicante, porque vio como su equipo reaccionaba ante la adversidad, porque coreó todos los cánticos como el primero, porque hay sueños que se cumplen y Pablo acariciaba el suyo.
Quiero pensar que en el viaje de regreso el cansancio y la tensión acumulada se apoderó de Pablo, se quedó dormido y en sus sueños el disparo de Esnaider acababa en la red. En el sueño de Pablo el Toledo marcaba el tercero y culminaba la remontada -lo merecía- en Alicante.
El fútbol es un fenómeno que solo pueden entender los que conocen el sabor de las lágrimas de Pablo. El fútbol es también esa lección que Pablo no olvidará; es un juego en el que no siempre gana el mejor, pero también permite que haya derrotas o eliminaciones que hacen más fuertes los lazos entre un Club y su afición. Seguro que ahora Pablo no lo sabe, pero en sus lágrimas está la base más sólida del Toledo y el toledanismo del futuro.
Algún día, cuando el sueño se cumpla -porque acabará por cumplirse- recordará la emoción y la amargura de aquella noche calurosa en Alicante y entonces, ese momento, será aún más gratificante para Pablo.

sábado, 28 de mayo de 2016

...por caminos raros

La canción me la sugirió Pedro Solís un día que 'Pasaba por Aquí'; un tipo capaz de convertir una enorme adversidad vital en una obra maestra llamada 'Cuerdas'.
Más que un camino raro, recuerdo aquella carretera que llegaba al pueblo como un camino de cabras; había un tramo especialmente estrecho y complicado, incluso para un experimentado conductor al volante de un flamante 4L; más piedras que asfalto, el barbecho por cuneta y curvas, muchas curvas. El mareo era inevitable por mas que papá se empeñara en que asomásemos la cara por la ventanilla para que nos diera el aire. Y también era inevitable acabar vomitando, pero mamá siempre llevaba a mano una bolsa de plástico para la ocasión.
Puede que no tenga nada que ver con la canción de Quique González (escrita por Diego Vasallo) este recuerdo de infancia. En realidad no es más que una excusa para no dejar que mayo discurra en blanco por este rincón de reflexiones desordenadas, desahogos ocasionales y mensajes presuntamente ocultos dirigidos a nadie en concreto, o al mundo en general.
Al final de los caminos raros no siempre está el pueblo, ni las vacaciones, el río o aquella sensación de libertad que Madrid no nos ofrecía. Pero cuando llegan las curvas, cuando conduces junto al acantilado en un día de niebla pastosa y te preguntas porqué te saliste de la confortable autopista, conviene aferrarse a la ilusión de pensar que ese, y no otro, es el camino que te conduce al lugar en el que te aguarda la más hermosa puesta de sol.




sábado, 23 de abril de 2016

Vuelta al Tajo



Vuelvo al Tajo. Con la mala conciencia de quien no puede evitar la sensación de implicarse menos de lo que debiera en esta causa. La resignación -también en esto- es el camino más directo hacia la derrota

Vuelvo al Tajo después de leer un artículo de Ramón Lobo sobre la visita del Papa a los refugiados de Lesbos que termina así: "... Denunciar no evita las injusticias, pero la persistencia de una voz que grita puede llegar a despertar a la sociedad. Martha Gellhhorn, que cubrió como periodista la Guerra Civil y el desembarco de Normandía, pronunció una frase que resume la exigencia de incordiar siempre al poder, lo tenga quien lo tenga: "Tiro piedras en un estanque, no sé qué efecto producen en el agua, pero yo al menos tiro piedras".

En lugar de piedras hay quien tira fotos al agua del Tajo y las arroja a la red con la esperanza de generar ondas expansivas que consigan remover conciencias a la vista del río moribundo. Pero todos sabemos que casi siempre gana Goliat

Hace unos días cayó en mis manos un suplemento especial de 24 páginas en color publicado en ABC en el que se glosan los maravillosos efectos del trasvase Tajo-Segura con motivo de su 37º aniversario. Todo un muestrario de poderío económico y mediático. "El agua que nos une" es el título y le sigue todo un despliegue de datos y decenas de opiniones (todas favorables) sobre la maravillosa obra de ingeniería. "Ojalá todas las obras fueran tan rentables como el trasvase" dice orgulloso el presidente del Sindicato Central de Regantes. Y seguro que no le falta razón. El agua del Tajo ha creado riqueza (ese suplemento especial que debe costar una pasta es un buen ejemplo)  mientras los pueblos de la cabecera se resecan y sus opciones de desarrollo se hunden en el fango; la rentabilidad del trasvase es un hecho en la cuenca que ha hecho suya el agua mientras en su cuenca natural el río se ha convertido en cloaca


Así de irónico e injusto. El agua del Tajo genera riqueza lejos del Tajo y a su vez alimenta al lobby que 'desangra' al Tajo por estas sus tierras y ante la resignada mirada de las gentes que por aquí habitan. No hablaré del 'trasvase' de jamones navideños, pero este publirreportaje es una buena muestra de un poderío que saben manejar de manera inteligente.

Cabe imaginar el efecto de ese suplemento ante la mirada 'inocente' de un lector de Santander, de Soria, Navarra, Lugo... ante semejante catálogo de cifras y sesudas reflexiones de expertos que hacen suya la bandera de la solidaridad y del buen uso del agua. Cabe recordar que un publirreportaje es un reportaje publicitario, aunque el mensaje es mucho más efectivo cuando se hace pasar por un reportaje informativo. Es evidente que no es el caso, porque los 37 años de trasvase han supuesto mucho más de lo que aquí se muestra

No encontrarán esos lectores del ABC imágenes como las que acompañan este texto tomadas un día cualquiera de este mes de abril, en plena primavera y tras días de lluvia en Toledo. Tampoco verán las fotos que reflejan la huella de estos 37 años de trasvase para Entrepeñas y Buendía publicadas recientemente por encastillalamancha.es.

Así de perversa es la lógica que nos ocupa: el agua crea riqueza, que a su vez genera poder. Alguien que se dejase llevar por la demagogia podría aludir aquí al terreno abonado para la compra de voluntades. Sin llegar a eso, resulta incuestionable que ese poder genera influencia política y social; la primera sirve para consolidar legalmente el expolio y la segunda para trasladar a la opinión pública la insolidaridad de aquéllos que reniegan -aunque sea tirando piedras al agua- de tan grandiosa, patriótica y rentable obra.




viernes, 18 de marzo de 2016

Cuestión de perspectiva


Este es el título del relato ganador del IV Certamen literario 'Amor en 100 palabras' que hemos organizado en Radio Castilla-La Mancha. Su autor, Raúl Clavero, de Madrid, ha necesitado bastantes menos palabras -28 exactamente- para construir una historia sencilla que, sin embargo, cuenta muchas cosas. Aunque como las grandes historias es mucho más lo que deja en el aire que lo que cuenta.
Me gusta ese poso de ternura y de nostalgia que se imponen a la tristeza, que también se intuye sin necesidad de recrearse en ella. El desamor siempre fue la mejor inspiración para hablar de amor y ni siquiera necesita mencionarlo en esas 28 palabras.
Historia redonda gracias al título. En casi todas las situaciones, la vida nos permite buscar una perspectiva desde la que que tratar de ver la luz. Aunque no está muy claro si debemos renunciar a las perspectivas imposibles o insistir en ellas. 
Imagino que Raúl quería decir otras cosas cuando lo escribió pero la interpretación -de lo que leemos y de lo que sentimos- también es una cuestión de perspectiva.

viernes, 11 de marzo de 2016

Lecciones

Un día de estos tengo que volver a escribir cosas que se entiendan sin necesidad de hacer interpretaciones sobre lo que uno pretende decir. Pero no será hoy. Lo de hoy no puede ser más que un homenaje, aunque sea anónimo. Un reconocimiento sincero y emocionado al involuntario 'maestro' que hoy, sin pretenderlo, me ha dado toda una lección de vida.
Ha ocurrido en uno de esos escasos instantes en que dejamos de mirarnos el ombligo y reparamos en lo dura que puede ser la realidad, hasta que punto la injusticia puede golpear a quien menos lo merece.
Es entonces cuando, al menos por un rato, caemos en la cuenta de lo privilegiados que somos cuando tropezamos de nuevo y volvemos a caer porque la vida -es el caso- nos da la oportunidad de levantarnos otra vez.

lunes, 7 de marzo de 2016

Patas arriba

Un buena amiga (cuya identidad no desvelaré) me decía hoy que los políticos de este país deberían tomar nota de la fórmula que ella acaba de aplicarse para superar su estado de bloqueo interior: "Llega un día -me explicaba- en el que caes en la cuenta de que para poner tu vida en orden tienes que ponerla primero patas arriba". 
He tratado de llevarle la contraria -como corresponde a los buenos amigos- porque yo la comparación no la veía sostenible por ningún lado; en lo tuyo -le dije- no tienes que buscar extrañas alianzas, ni someterte a una investidura, ni formar gobierno...
En fin que -iluso de mi- trataba de convencerla, cuando volvió a la carga con nuevos argumentos en los que asentar su teoría: "lo primero -dice- es hacer las maletas y pegar el portazo. Cuando venga a pedirte explicaciones le dices que ya no estás enamorada, que necesitas tiempo y tomar distancia para pensar. Cuando te diga que no lo entiende le sueltas -previo puñetazo en la mesa- que ya no le aguantas y que los cuernos, a partir de ahora, se los va a poner a su puta madre...".
Imagino que mi gesto hacía inútil la pregunta (aquí vendría bien el emoticono ese de los ojos como platos) así que ella misma completó la faena: "Si, ya se lo que estás pensado: ¿qué tiene que ver esto con la situación política?. Y yo que cojones sé tío". 
Ella no suele decir tacos, pero en plena explosión de desahogo tampoco iba yo a afearle el vocabulario y menos aún viendo como iba subiendo el tono de su discurso. El caso es que, sin darme tiempo a meter baza, remató la faena con la respuesta a la pregunta que ella misma había formulado: "pues yo que sé coñoserá que los políticos me tienen también hasta el mismísimo, como el gilipollas este". 
Ante tan demoledor razonamiento no me ha quedado más remedio que pedir otro vino, con la esperanza de que tratase de aprovecharse de mi amistad para ahondar en sus deseos de venganza. Pero esa es otra historia... y tampoco tengo claro si tiene que ver con el panorama político que nos ocupa.

viernes, 19 de febrero de 2016

Ante la duda

Después de muchas dudas me lanzo a la teoría filosófica sin más pretensión que la de romper este mes y medio largo de silencio 'bloguero'.
Proclamo en este punto el valor de la duda, por razones que no vienen al caso y aún a riesgo de interpretaciones atinadas.
La duda como razón de ser, como punto de partida de lo que ha de venir; la duda como bálsamo frente al conformismo.
Algunas de las peores decisiones son producto de las más firmes convicciones. En algunos casos es posible incidir en el error hasta las últimas consecuencias aunque solo sea para apuntalar la firmeza de los valores, de las razones. Puede ocurrir que finalmente surja la duda, aunque entonces es posible que solo sirva para preguntarnos si realmente estábamos en lo cierto. O peor aún, para lamentarnos por lo que pudo haber sido y no fue.
Proclamo la duda como antídoto contra el inmovilismo. La duda como lección vital para entender que nos pasamos la vida eligiendo y, por tanto, asumiendo la renuncia a discurrir por otros caminos, a disfrutar de otros paisajes a besar otros labios.
Proclamo la duda frente a certezas absolutas que nos llevan a pensar que el destino está ya escrito detrás de esa puerta que no abrimos. La duda que nos invita a subir a ese tren que se detiene en nuestra estación sin fijarnos en más destino que el viaje que emprendemos.
La duda que consigue -al menos en alguna ocasión- que la esperanza pueda más que la experiencia.
La duda que nos da opción al acierto sin privarnos del derecho a equivocarnos.
Proclamo el valor de la duda. Proclamo el derecho a usarla en defensa propia.
Lo malo no es la duda, Lo malo es quedarse con ella,

viernes, 1 de enero de 2016

Propósitos de imposible o muy improbable cumplimiento para el año nuevo

Este año contaré hasta 10, perdón hasta 100, para no decir lo que no conviene decir.
Seré por fin el hombre valiente que arremete contra gigantes y molinos consciente de que hay batallas que solo pueden perderse y que aún así deben librarse.
Cuidaré mejor de mis enemigos, intentaré darles motivos para mantenerme con la guardia alta.
Este año, en cuanto encuentre la manera de hacerlo, pienso aprender el idioma de la sinceridad, de esa que empieza por decirnos la verdad a nosotros mismos, mirándonos a los ojos como nadie es capaz de hacerlo.
Este año aprenderé de nuevo a fracasar. Y a levantarme después de cada tropiezo sin entender cada caída como el producto de una torpeza innata que -no por cierta- debe ser alimentada de forma compulsiva.
Este año seré generoso en caricias, besos, abrazos y sonrisas.
Me sentaré otra vez con Penélope en la estación.
Seré cariñoso con la soledad, la invitaré a sentarse conmigo en el sillón, aprenderé a apreciar su compañía y saldré a pasear con ella de la mano, a la orilla del Tajo.
Este año renunciaré por fin al amor, salvo que llame a mi puerta o se cuele por la ventana y lo inunde todo. Solo en ese caso escribiré una carta de amor cada noche para recordar que lo importante, en el amor como en la vida, es contar y compartir.
Seré fiel y no guardaré ni uno solo 'te quiero' que asome por mi boca. 
Este año pienso dejar de escribir chorradas en el blog.