No fue la razón de ser de este blog pero tampoco veo motivos para que deje de serlo, aunque sea de manera puntual. Es el caso. Acabo de leer 'El patio inglés' (ediciones Alrevés) y me ha parecido una novela interesante, recomendable.
Reconozco que el tema me cautiva, incluso en alguna ocasión me adentré por esos terrenos literarios, los del joven que tiene todo por vivir pero no acierta a ver la manera de hacerlo y solo encuentra una manera eficaz de rebelarse contra un destino que considera una condena. Imagino que el interés se acentúa cuando has sido -como Pablo- un joven de los 80 y lees ahora la historia de este desencuentro con la perspectiva de padre de un chaval de esa edad.
Una historia dramática contada sin dramatismos superfluos, sin morbo, sin florituras o adornos innecesarios. Gonzalo Garrido apuesta por una fórmula que permite al lector participar activamente de la imparcialidad con la que él mismo se aplica a la tarea de contarla, aunque en ocasiones sea imposible no tomar partido. Se sirve para ello de dos monólogos interiores y compone con ellos el diálogo imposible entre un padre y un hijo, la conversación que no existió, la crónica de una distancia que no tiene culpables ni remedio.
La novela se lee del tirón, posiblemente porque impacta desde el primer instante, con la misma fuerza que el cuerpo de Pablo choca contra el suelo de 'El patio inglés' tras su caída libre desde el tercer piso. El lector se sumerge en el relato con el corazón encogido desde que imagina la angustia de esos padres que ven como su único hijo, de 18 años, abre la ventana del salón y se lanza por ella. Se deja arrastrar por los pensamientos que emergen a borbotones del tipo desesperado que espera respuestas imposibles a las puertas de un quirófano ante un "castigo" que considera inmerecido, aunque le resulte inevitable caer en un sentimiento de culpa.
Cada reflexión se intercala con retazos del diario de Pablo; el relato previo a la huida en forma de vuelo de un chico normal, que se enamora, que sufre y hace sufrir por amor, que se emborracha con los amigos y que se implica por unos ideales que no son precisamente los más llevaderos en el Bilbao de los años de ETA. Un universitario con una inteligencia -he aquí otro dato inquietante- por encima de la media y que, desde luego, no quiere ser "un fracasado" como su padre.
Es de agradecer que el autor no tire de infancias tormentosas o familias desestructuradas para envolver el relato. Cualquier casa, de cualquier vecindario -en todos los pueblos y ciudades- puede tener un patio inglés por el que alguien puede tratar de escapar.
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