domingo, 14 de agosto de 2022

LVI: Cumpleaños feliz

Pues sí, llegamos al siguiente peldaño, que no es poca cosa. Nos apuntamos a esta sana costumbre de ir acumulando treces de agosto. Y aunque sea a costa de abrir un paréntesis en el silencio bloguero de los últimos meses, no me resisto a prolongar la tradición inaugurada en ese momento tan simbólico en el que cruzábamos la frontera del medio siglo. 
La cita en el calendario es una buena razón o una mala excusa para dejarnos caer por este paisaje pantanoso de las reflexiones vitales desordenadas y de difusas declaraciones de intenciones. Un ligero repaso por los seis capítulos anteriores de este serial sirve para constatar que nunca estuvo claro el objetivo, suponiendo que lo hubiera. 
Decíamos ayer:

L: "...Que solo falla el que que lanza el penaltiQue mereció la pena. Que pedimos la última y nos vamos".
LI: "...Uno de estos días, en cuanto haya renunciado definitivamente a los sueños utópicos, me centraré en los sueños imposibles.... Un día de estos, en cuanto encuentre el modelo adecuado, tengo que dejar de ser yo mismo para convertirme en el hombre que debería haber sido alguna vez.
LII: "... A estas alturas del trayecto sabemos que no hemos llegado hasta aquí para quedarnos, aunque no siempre acertamos a entender que el camino es tan importante como el destino. Apenas empezamos a darle el valor que merece al cobijo que encontramos bajo la sombra de los árboles que fuimos sembrando a los lados del sendero"
LIII:  "...Si algo podría habernos enseñado esta acumulación de hojas arrancadas al almanaque es que podemos convivir con las dudas y con las certezas, que los achaques y las arrugas son compatibles con pequeños y grandes placeres, que podemos esperar un poco más antes de confesar los pecados inconfesables, que cualquier tiempo pasado fue distinto, que darle valor a lo que tenemos no implica que todo esté bien y que instalarnos en el lamento o la resignación solo nos conduce a la melancolía y, desde luego, no nos ayudará a cambiar las cosas que no nos gustan".
LIV: "... Casi todo es diferente en 2020, pero ninguna pandemia logró jamás detener al calendario...No se trata solo de aquéllas pequeñas cosas que Serrat hizo grandes, también podemos convertir la convulsión de los últimos meses en el mejor bálsamo contra la resignación".
LV: "...En todo caso, si para algo nos vale esta notable cantidad de experiencia acumulada es para saber que tenemos que aplicarnos en la tarea de sacarle todo el partido que podamos al tiempo que estemos por aquí.  El reto es vivir o, por lo menos, intentarlo. En ello estamos". 

Echar la vista atrás no deja de ser un ejercicio de cierto riesgo. Entre otras cosas porque -como le sucedía a un 'ilustre' político- a veces me cuesta entender mi propia letra. Y no es precisamente cuestión de caligrafía. Pero ni el tiempo ni los pudores de antaño han logrado que deje de caer en la tentación de escribir. Quiero pensar que la huella de esta tradición bloguera también le da cierto sentido al espíritu que un día inspiró a este blog. "Por si mañana" fue y es una consigna de muy recomendable cumplimiento para afrontar ese reto -vivir- con el que finalizaba el episodio anterior. 
La fórmula es válida para todos los días que no son el 13 de agosto, pero hay fechas especiales en las que conviene aplicarla también para reparar en las muchas razones que tenemos para celebrar como merece el acontecimiento. No sólo porque seguimos por aquí, que podemos contarlo y, en ocasiones, hasta queremos contarlo. Y aunque podría parecer presuntuoso dejarlo por escrito, cuando avancemos siete episodios más en este relato me gustará releer que el padre, el hijo, el hermano o el amigo que soy se sentía muy afortunado, un privilegiado. 
Pero hay otro ingrediente esencial que explica la dimensión especial del cumpleaños feliz de este año. Esa parte de la historia la escribirá de manera más discreta y mucho más apasionada el esposo que ahora soy porque, en efecto, Serrat tenía razón y es cierto que 'de vez en cuando la vida te besa en la boca'. Doy fe.