Se le ha puesto 'caravinagre' al 2021 cuando nos disponíamos a decirle adiós. Durante unos meses nos mostró un rostro casi amable y hasta hace nada nos invitaba a disfrutar de la Navidad como si tal cosa. Pero el año en curso se salió de la ruta que teníamos marcada y cogió esta otra variante que nos lleva de vuelta al territorio de la zozobra y la incertidumbre que impuso la pandemia hace ya demasiado tiempo.
Estábamos con una idea aproximada de lo que íbamos a escribir en el balance anual propio de las fechas cuando se nos ha desparramado un goterón de tinta en medio del folio. Y es que ocurre lo que ocurre cuando el nivel de hartazgo acumulado nos pone más cuesta arriba la tarea de reinventar nuevas fórmulas motivadoras.
Estábamos con una idea aproximada de lo que íbamos a escribir en el balance anual propio de las fechas cuando se nos ha desparramado un goterón de tinta en medio del folio. Y es que ocurre lo que ocurre cuando el nivel de hartazgo acumulado nos pone más cuesta arriba la tarea de reinventar nuevas fórmulas motivadoras.
Pero no, pensándolo bien, después de tanto nadar y ahora que estamos tan cerca de la orilla, tampoco vamos a dejarnos arrastrar por esta ola de pesimismo y mal rollo que se nos ha venido encima. Me niego. Al fin y al cabo, ahora que estamos llegando a esos cinco minutos previos en la cuenta atrás, prefiero quedarme con ese puñado de momentos, de acontecimientos y decisiones que nos permiten llegar a las uvas con una sonrisa y con ganas de alzar la copa para brindar. Por lo que viene y por lo vivido, que no es poco. Ponemos el punto y aparte con ganas de seguir la historia porque este capítulo ha sido interesante, entretenido e incluso ha conseguido sorprendernos en ocasiones.
No podemos ni debemos abstraernos de este contexto gris oscuro en el que toca hacer balance, pero precisamente esa circunstancia aún le pone más brillo y color a ese puñado de vivencias que le dan sentido al recorrido por este 2021. Hemos superado la prueba esencial, la de llegar hasta aquí, que no es poca cosa. Pero además no lo hemos hecho de cualquier manera ni a cualquier precio. Hemos aplicado algunas de las enseñanzas que nos ha traído esta pandemia, sobre todo la de ventilar, abrir las ventanas y dejar que se airee la casa y la mente. Y también nos hemos aplicado en esa tarea de detenernos un instante en las cosas pequeñas, para tratar de vivir hoy, 'por si mañana'..
Me rebelo contra la melancolía reinante. Me quedo con los puentes cruzados, con los ríos surcados, los atardeceres frente al mar o entre los olivos. Me quedo con el reencuentro inesperado, con el paisaje de girasoles, con la escalada al cerro de la Cruz, con el sonido del agua en el patio de los Leones, con esa llamada de cada noche que nos recuerda que ellos siguen ahí.
Me quedo con la libertad tutelada de los que se van en busca de su propio destino. Me quedo con la amistad que resiste con firmeza cuando los envites son más fuertes. Me quedo con lo sueños, las ilusiones, los proyectos y los armarios compartidos. Me quedo con el compromiso, con esta serenidad apasionada, con este alboroto controlado, con estas ganas de hacer camino y descubrir nuevas rutas y nuevos retos. Podría decir que de este 2021 me quedo, por encima de todo, con el amor, pero tal vez si lo hago me deje arrastrar por ese lado 'moñas' que a veces me asalta y no siempre acierto a controlar.
A pesar de su nombre y del gesto tan elocuente de su rostro, los pamploneses dicen que 'Caravinagre' es el favorito entre los kilikis (uno de los componentes de la comparsa de gigantes y cabezudos) que recorren las calles durante los sanfermines. Cuando pensemos en este 2021, al menos en mi caso, le valoraremos por ese lado amable y cercano que nos dejó y hasta le evocaremos con una sonrisa.
En todo caso, a todos los que habéis llegado hasta esta línea os deseo que 2022 sea mucho mejor. Y que no nos falte el amor.