martes, 7 de diciembre de 2021

Este tiempo de otoño

Hubo un tiempo en el que no existía Spotify. Y hubo un 'Tiempo de Otoño' en formato cinta de casette que forma parte de esa banda sonora vital que uno lleva puesta. Bien está reconocerlo ahora que, con los años, vamos desprendiéndonos de complejos de antaño y ya no hay motivos para ponerle sordina a la admiración por un tal José Luis Perales. Aunque uno ya era consciente de ello, quedó plenamente refrendado en uno de esos conciertos con los que anda despidiéndose de los escenarios el de Castejón. Con los años, valoras aún más esa aparente facilidad para ponerle las palabras justas a una melodía, para hacer sencillo lo que en realidad es tan complejo como provocar emociones o evocar un sentimiento con el que alguna vez te has sentido identificado. 
Andamos ahora apurando este otro tiempo de otoño, el de la estación en la que aún nos encontramos, por más que tenga uno la sensación de que tratan de arrebatárnosla por la vía rápida, casi a empujones. Que vas aún con chanclas por el pasillo del super y te topas con un estante de turrones y polvorones; nos ajustamos al horario de invierno antes de echar el cierre al mes de octubre y, cuando queremos darnos cuenta, se iluminan las calles y escaparates. 
No hace tanto tiempo que ese momento, como el de poner el árbol y el belén en casa, estaba reservado para este Puente de la Inmaculada. Y eso ya nos parecía un exceso a los que fuimos niños cuando la Navidad empezaba al compás del soniquete de los niños de San Ildefonso, cuando aún no había un 'calvo' de la lotería ni comprábamos décimos para el sorteo extraordinario del 22 de diciembre en pleno mes de julio. 
Llegados a este punto se diría que no queremos dar ni un respiro a las hojas para que luzcan sus ocres y rojos antes de dejarse caer, como si fuere urgente echar la leña al fuego, como si tuviéramos que quemar etapas a ritmo vertiginoso. Pareciera que no hay tiempo para detenernos un instante a capturar esa estampa otoñal que tiñe los días y los atardeceres de una quietud serena, de una cierta calma que precede a la ´tempestad' invernal. 
Incluso para los que mantenemos intacto el gusto por sumergirnos en el espíritu navideño, nos parece que no es bueno esta manera un tanto atropellada de llegar a la cita. Que empiezas diciembre y andas estresado pensando que ya vas tarde para comprar los regalos, para colocar los adornos y, en definitiva, para ajustar la agenda a tanto evento. Un amigo me dice que ya está preparando las felicitaciones animadas para redes sociales, que también hay que estar a la altura en originalidad, aunque luego muchos vivan de las rentas y los reenvíos. 
Supongo que no viene a cuento dejarse llevar por una cierta nostalgia, pero algo debe haber cuando uno recuerda que aquel 'Tiempo de Otoño' del 79, como otros discos de aquella época, se saboreaban de principio a fin, canción a canción. Algunos de aquellos elepés fueron acontecimientos en la época y hoy son historia de la música. Estoy muy lejos de los que defienden que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero al menos deberíamos reconocer que aquella liturgia del vinilo o el radiocasette tenía cierto encanto y también deparaba una manera más respetuosa de acceder a la obra de arte, de acceder a ella tal como la diseñó su autor; el orden de las canciones en un álbum forma parte también del proceso creativo. Prefiero esta facilidad de ahora para escuchar lo que quieras en cualquier momento, pero a veces no estaría mal saber apearnos de este modo playlist con el que consumimos las canciones, los días y los otoños. 















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