Habrá que asumirlo así aunque no sea cierto para afrontar con cierta naturalidad la realidad que nos rodea, para tratar de descifrar los mensajes que llegan y se van o los que llegan para quedarse. Habrá que colocarse en esa atalaya para intentar que resulte un poco menos inquietante lo que desde aquí se atisba, lo que podría estar ocurriendo allende las redes, en montañas remotas, en desiertos lejanos o a la vuelta de la esquina.
Imagen: El País |
Todo es mentira, aunque ese es también un detalle menor frente al fin último de una fórmula que, como vemos, funciona.
En los nuevos tiempos para la propaganda y la agitación de las masas podríamos estar llegando a una fase en la que ya no es tan necesario 'barnizar' la mentira para darle una apariencia real. Es más, si pones por delante una gran falacia tampoco hace falta ser exquisito ni sofisticado en los argumentos para demostrar que tal cosa es así. El estandarte más estrafalario podría llegar a ser también el motor más potente para un adoctrinamiento eficaz.
Seguro que se nos ocurren algunos ejemplos, y no menos descabellados que el terraplanismo, aunque sus efectos son mucho más nocivos, perversos y peligrosos. El escepticismo radical -sospecho- nos conduce a un mundo en blanco y negro, sin grises ni matices, en el que la moderación es sinónimo de debilidad o, peor aún, de mediocridad.
Mucho me temo que la cuestión va más allá de excéntricas teorías. Que la tierra sea plana es un problema menor comparado con el que provocan las mentes planas. Un día de estos montamos un canal de YouTube para promover y ensalzar el papel de los menteplanistas. El éxito del movimiento parece asegurado a la vista de la facilidad con la que convertimos los muros en paredones o esa destreza creciente en el empleo de la munición que otorgan los 140 caracteres para ejecutar a todo aquel que se cruce en el camino.
Los menteplanistas tienen mucho terreno ganado, aunque seguramente no son conscientes de ello. Y ese es también uno de sus mejores avales, una de sus bazas para seguir creciendo. Un ejército silente o estruendoso, según convenga, que conquista territorios en los que otrora todavía cabía la menor duda.
La mente plana provoca un efecto rebote que no distingue entre la cordura y la sinrazón, en el que todo mensaje es susceptible de convertirse en un reflejo distorsionado de su significado real. Mejor será ponernos detrás de ese escudo para aceptar y asumir, por norma, que todo es mentira.
Aunque ni siquiera eso sea cierto. Es más, que Todo es mentira también es mentira pero la verdad tampoco importa mucho.
Seguro que se nos ocurren algunos ejemplos, y no menos descabellados que el terraplanismo, aunque sus efectos son mucho más nocivos, perversos y peligrosos. El escepticismo radical -sospecho- nos conduce a un mundo en blanco y negro, sin grises ni matices, en el que la moderación es sinónimo de debilidad o, peor aún, de mediocridad.
Mucho me temo que la cuestión va más allá de excéntricas teorías. Que la tierra sea plana es un problema menor comparado con el que provocan las mentes planas. Un día de estos montamos un canal de YouTube para promover y ensalzar el papel de los menteplanistas. El éxito del movimiento parece asegurado a la vista de la facilidad con la que convertimos los muros en paredones o esa destreza creciente en el empleo de la munición que otorgan los 140 caracteres para ejecutar a todo aquel que se cruce en el camino.
Los menteplanistas tienen mucho terreno ganado, aunque seguramente no son conscientes de ello. Y ese es también uno de sus mejores avales, una de sus bazas para seguir creciendo. Un ejército silente o estruendoso, según convenga, que conquista territorios en los que otrora todavía cabía la menor duda.
La mente plana provoca un efecto rebote que no distingue entre la cordura y la sinrazón, en el que todo mensaje es susceptible de convertirse en un reflejo distorsionado de su significado real. Mejor será ponernos detrás de ese escudo para aceptar y asumir, por norma, que todo es mentira.
Aunque ni siquiera eso sea cierto. Es más, que Todo es mentira también es mentira pero la verdad tampoco importa mucho.
Podemos echar la culpa a las redes y su tendencia a crear mente-colmena y tampoco será toda la verdad. Tengo la impresión de que llevamos una evolución claramente tecnológica pero que no nos hace más sabios sino todo lo contrario, cada vez más memos. Es fácil creer en la Tierra plana si lo creen muchos, si lo dice youtube, si la educación está resultando tan roma a pesar del esfuerzo contrario. Una involución. La alegría de los 60 y 70 por estar descubriendo el mundo se ha sustituido por lo que sea que seamos ahora, cuando todo es mentira y lo sabemos, pero no importa.
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