domingo, 13 de agosto de 2023

LVII: la canción del verano

13 de agosto. Seguimos cumpliendo, o eso intentamos. Al dictado del calendario, que nos coloca de nuevo ante el espejo, acumulando más experiencia que grados, perseverando en el intento de vivir al día, más allá de otras pretensiones divinas y mundanas que no vienen al caso. 
Seguimos abonando tradiciones, con más o menos entusiasmo, incluido este impulso anual para ponerle letra a la música de la canción del verano que suena otra vez en la plaza del pueblo. Esta inercia que nos invita a la reflexión en voz alta para conmemorar que llegamos al siguiente peldaño y, más aún, que lo hacemos con ganas de poner otro punto y seguido, de prolongar el capítulo aprovechando que esta parte de la historia no nos está quedando nada mal. 
Por aquí seguimos. Dispuestos a contar hasta 100 -por lo menos- sin detenernos más de la cuenta en averiguar si somos demasiado mayores para sentirnos tan jóvenes, o si somos aún muy jóvenes para sentirnos tan mayores. Cosas de la edad. En todo caso, es de agradecer este estado de las cosas en el que conviven con cierto equilibrio la pasión con la madurez. No está mal que caigamos en la cuenta aprovechando fechas señaladas.
Caen los años y seguimos conviviendo con todas nuestras dudas, con un extenso catálogo de preguntas sin respuesta que hacen aún más valioso ese puñado de certezas de las que ya no vamos a movernos. 
Seguimos poniéndole color a los árboles. Tal ves sea para recordar que no queremos contribuir al mundo en blanco y negro que se empeñan en pintarnos. 
Seguimos coleccionando atardeceres, atrapando destellos, tejiendo recuerdos, haciendo camino...Seguimos acumulando argumentos para no tener que recurrir a la nostalgia en busca de tiempos mejores. Seguimos con ganas de dar guerra, pero solo la justa.
Esta canción hablará de un amor de verano, pero de esos que llegan para quedarse y no le pueden faltar palabras que rimen con ilusión. Se impone un estribillo alegre y un ritmo pegadizo para celebrar que nos hemos venido arriba con estas ganas que nos empujan a salir a la pista a darlo todo. No se lo pondremos fácil a los que un día vengan a quitarnos lo bailao.  
Seguimos por aquí, justo en el lugar en el que queremos estar, en el sitio que nos habría gustado estar cuando ni siquiera imaginábamos que podríamos llegar hasta aquí. A estas alturas, ya sabemos que el cómo y el con quién importa mucho más que el dónde.








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