13 de febrero. La radio ha sido, es y será siempre mi casa. Más que eso, la radio es el hogar en el que convivo desde niño con una familia que también es la mía, con mi gente. Por razones de edad y por una tendencia natural que siempre me atrajo hacia ella, en aquella radio que sonaba de fondo conocí a Los Porretas, a doña Elena Francis o al gran Luis del Olmo, que ya andaba por allí.
Con el tiempo fuimos creciendo y escuchando crecer a una familia en la que se quedaron para siempre personajes de todo tipo y condición, desde Iñaqui, Gemma, Herrero o Herrera hasta Gomaespuma, doña María o el señor Casamajor; desde García a Pepe Domingo, Pepa, Julia, Pumares, Andreu, Toni, Ortega... En fin, la lista sería interminable y aún así me quedaría muy corto.
Solo hay que dedicar un ratito a leer o escuchar los miles o millones de mensajes que se difunden hoy para comprobar cómo y cuánto se extiende ese universo de la radio, lo que significa y lo que aporta en el día a día de los que nos sentimos parte de esa familia, habitantes de ese hogar. No me detendré en ello pero está más que contrastada esa percepción general relacionada básicamente con la cercanía, con ese vínculo que se establece entre emisor y receptor.
Pero en mi caso hay una
dimensión personal que hace aún más atinado este día de celebración y exaltación de la radio. Aunque parezca exagerado -incluso para mí- puedo proclamar que a la radio y a esa familia que en ella habita le debo gran parte de lo mucho o lo poco que soy. Quise ser periodista para cantar los goles de Héctor del Mar y esa vocación acabó regalándome la enorme oportunidad de conocer y disfrutar la radio desde este lado del micrófono y, en definitiva, me permitió
compaginar la pasión con la profesión. Y lo que es más importante, me brindó el privilegio de compartir mi vida, profesional y personal, con otra familia, que siempre está y a la que ni siquiera tengo que buscar en las ondas o en un podcast.
Celebro con ellos y por ellos este día en el que, sin razón aparente, he recordado al abuelo que me mandaba callar para escuchar
el 'parte', al amigo añorado que un día me colocó ante un micrófono y al compañero cuyo nombre ilustra -sobre una placa de metacrilato en la puerta del estudio- el respeto y el cariño que profesamos a la radio.
Pd. Al día de la radio -nos lo recuerda estos días a todas horas- le sigue San Valentín, el día del amor. Pero esa es otra historia que también celebraremos.