viernes, 18 de marzo de 2016

Cuestión de perspectiva


Este es el título del relato ganador del IV Certamen literario 'Amor en 100 palabras' que hemos organizado en Radio Castilla-La Mancha. Su autor, Raúl Clavero, de Madrid, ha necesitado bastantes menos palabras -28 exactamente- para construir una historia sencilla que, sin embargo, cuenta muchas cosas. Aunque como las grandes historias es mucho más lo que deja en el aire que lo que cuenta.
Me gusta ese poso de ternura y de nostalgia que se imponen a la tristeza, que también se intuye sin necesidad de recrearse en ella. El desamor siempre fue la mejor inspiración para hablar de amor y ni siquiera necesita mencionarlo en esas 28 palabras.
Historia redonda gracias al título. En casi todas las situaciones, la vida nos permite buscar una perspectiva desde la que que tratar de ver la luz. Aunque no está muy claro si debemos renunciar a las perspectivas imposibles o insistir en ellas. 
Imagino que Raúl quería decir otras cosas cuando lo escribió pero la interpretación -de lo que leemos y de lo que sentimos- también es una cuestión de perspectiva.

viernes, 11 de marzo de 2016

Lecciones

Un día de estos tengo que volver a escribir cosas que se entiendan sin necesidad de hacer interpretaciones sobre lo que uno pretende decir. Pero no será hoy. Lo de hoy no puede ser más que un homenaje, aunque sea anónimo. Un reconocimiento sincero y emocionado al involuntario 'maestro' que hoy, sin pretenderlo, me ha dado toda una lección de vida.
Ha ocurrido en uno de esos escasos instantes en que dejamos de mirarnos el ombligo y reparamos en lo dura que puede ser la realidad, hasta que punto la injusticia puede golpear a quien menos lo merece.
Es entonces cuando, al menos por un rato, caemos en la cuenta de lo privilegiados que somos cuando tropezamos de nuevo y volvemos a caer porque la vida -es el caso- nos da la oportunidad de levantarnos otra vez.

lunes, 7 de marzo de 2016

Patas arriba

Un buena amiga (cuya identidad no desvelaré) me decía hoy que los políticos de este país deberían tomar nota de la fórmula que ella acaba de aplicarse para superar su estado de bloqueo interior: "Llega un día -me explicaba- en el que caes en la cuenta de que para poner tu vida en orden tienes que ponerla primero patas arriba". 
He tratado de llevarle la contraria -como corresponde a los buenos amigos- porque yo la comparación no la veía sostenible por ningún lado; en lo tuyo -le dije- no tienes que buscar extrañas alianzas, ni someterte a una investidura, ni formar gobierno...
En fin que -iluso de mi- trataba de convencerla, cuando volvió a la carga con nuevos argumentos en los que asentar su teoría: "lo primero -dice- es hacer las maletas y pegar el portazo. Cuando venga a pedirte explicaciones le dices que ya no estás enamorada, que necesitas tiempo y tomar distancia para pensar. Cuando te diga que no lo entiende le sueltas -previo puñetazo en la mesa- que ya no le aguantas y que los cuernos, a partir de ahora, se los va a poner a su puta madre...".
Imagino que mi gesto hacía inútil la pregunta (aquí vendría bien el emoticono ese de los ojos como platos) así que ella misma completó la faena: "Si, ya se lo que estás pensado: ¿qué tiene que ver esto con la situación política?. Y yo que cojones sé tío". 
Ella no suele decir tacos, pero en plena explosión de desahogo tampoco iba yo a afearle el vocabulario y menos aún viendo como iba subiendo el tono de su discurso. El caso es que, sin darme tiempo a meter baza, remató la faena con la respuesta a la pregunta que ella misma había formulado: "pues yo que sé coñoserá que los políticos me tienen también hasta el mismísimo, como el gilipollas este". 
Ante tan demoledor razonamiento no me ha quedado más remedio que pedir otro vino, con la esperanza de que tratase de aprovecharse de mi amistad para ahondar en sus deseos de venganza. Pero esa es otra historia... y tampoco tengo claro si tiene que ver con el panorama político que nos ocupa.