martes, 22 de octubre de 2019

Septiembre

Cada noche recopilo las notas que voy tomando durante el día, las repaso, las ordeno y las agrupo por temas. Una vez archivadas convenientemente, las arrojo a la lumbre, recojo las cenizas y las echo al cajón del olvido.
Procuro tomar apuntes únicamente de las cuestiones que no puedo dejar de intentar borrar de mi mente antes de dormir, asuntos que se acumulan en las páginas en blanco del libro de memorias que nunca escribiré.
Aspiro a dejar en el tintero el capítulo de los secretos inconfesables, el de los sueños prohibidos y el de los abrazos rotos. Salvaré, si acaso, uno en el que debería confesar y a pedir perdón por todos los pecados, salvo los cometidos por amor y los carnales. Y dejó en el aire, al menos por ahora, otro en el que diré las cosas que nunca dije ni volveré a decir jamás por miedo al qué dirán.
Para todo lo demás, para los temas verdaderamente interesantes y sobre todo para los intrascendentes, me asomaré de vez en cuando por esta ventana bloguera con vistas al patio de luces. Lo bueno y lo malo de este espacio para el desahogo es que no tienes normas que cumplir, ni siquiera normas que incumplir. No hay más reglas que las que uno mismo se impone y en mi caso no hace falta confesar que soy poco exigente. La periodicidad mensual, por ejemplo, queda relegada a una mera declaración de intenciones de consumo interno. Sin ir más lejos, este año septiembre cae en pleno mes de octubre.
No está confirmado -ni siquiera es probable- que este septiembre del 19 haya corrido la misma suerte que el mes de abril que le robaron a Sabina en el 86. Lo cierto es que con el paréntesis dejamos escapar la posibilidad de glosar un nuevo curso, con sus buenos propósitos, con sus asignaturas pendientes y con la mochila cargada de suspiros. Dejamos pasar de largo las tormentas ocasionales y las lágrimas torrenciales que desatan los amores de verano cuando asoma el otoño en el horizonte.Dejamos cuentos y cuentas en el aire. Dejamos casi todo para mañana, sobre todo lo que podríamos hacer hoy.
Casi todo está dicho o tal vez queda casi todo por decir, aunque es lo de menos porque, en todo caso, no hay motivo para compromisos firmes. Lo único que puedo prometer -en este y otros quehaceres- es que seguiré incumpliendo las promesas.
Salvo que aparezca una razón muy poderosa o perdamos definitivamente la razón, el diario también seguirá en blanco. De hecho, reservo solo una gota de tinta para poner el punto y final a esta historia. Y si algún día -que no lo creo- los de Netflix se interesan por ella, solo exigiré que la serie comience con la segunda temporada.







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