miércoles, 3 de diciembre de 2025

Este otoño

El otoño, siempre conveniente, este año era además necesario. Se hizo esperar y pasará fugaz, pero en su estela quedará impregnado un leve soplo de alivio después de un verano en el que todo -incluido el calor- resultó especialmente asfixiante
Tengo escrito, o por lo menos pensado, que el otoño es mi estación favorita del año. No descarto que sea cierto, aunque las cosas buenas o malas que nos ocurren no entiendan de estaciones, ni siquiera de andenes. 
Pero pongamos el toque poético a la causa. Al otoño, en general, le sobran razones y colores para pintar paisajes, por dentro y por fuera, de esos en los que podemos recrearnos o perdernos y, en ocasiones, hasta nos permite reencontrarnos con algo, con alguien o con nosotros mismos. 
Y luego está este otoño, tan similar y tan diferente a los anteriores y a los que vengan, especial en todo caso. A este otoño de 2025 le tenía tantas ganas que me preocupa y me da rabia dejarlo escapar sin exprimirlo como debiera. Demasiadas expectativas tal vez, porque ningún otoño, por más que aprecie y valore sus efectos terapéuticos, podría devolverme lo que el verano se quedó. 
Desde este lado del otoño por el que transito asumo el reto de no detenerme a buscar palabras para tratar de llenar las hojas que se quedan en blanco. Están bien así, aportando un toque de quietud y silencio sobre el fondo gris que me ayudará, recostado en la melancolía, a cumplir el compromiso de ponerle al invierno buena cara. 

 


miércoles, 13 de agosto de 2025

LIX: A mis cincuenta y todos

Como en tantas cosas, me equivoqué al hablar de tradición para referirme a esta inercia que cada 13 de agosto me invita a pasarme por este rincón de las reflexiones o las ocurrencias que no van a ninguna parte pero dejan una huella en el calendario y en el tiempo. Una costumbre es una práctica habitual que se repite periódicamente, mientras que una tradición es una costumbre que se transmite de generación en generación por un periodo de tiempo prolongado y asociada casi siempre a acontecimientos culturales, religiosos o históricos. 
Lo que aquí me trae aquí, por tanto, es una costumbre, que nunca llegará a tradición pero me sirve ahora para contemplar en perspectiva algunas pinceladas de esta etapa vital que arrancó cuando me puse la 'L' en la espalda para seguir con esta carrera de fondo, asumiendo la condición permanente de 'novato' en la tarea de conducirme por la vida.
A mis cincuenta y todos (cincuenta y pocos dicen que aparento)... sigue vigente y es de aplicación el arranque del primer capítulo de la serie publicado tal día como hoy de 2016 en el flamante estreno del medio siglo de vida: "No son muchos ni pocos. Los justos para llegar hasta aquí. El tiempo exacto para haber aprendido unas pocas cosas e ignorar muchas más. Lo necesario para entender que sabemos muy poco de casi todo y de lo demás no sabemos nada". 
Subyace en el relato general un componente de temor disimulado al tiempo que pasa o, mejor dicho, al tiempo que se escapa, al que no dedicamos a las cosas realmente valiosas. Conociendo ahora los giros del guion puedo apreciar las señales que quedan -a veces entre líneas- en este momento siempre especial que coincide con otra sana costumbre, la de ir cumpliendo años. Se aprecia en los nueve episodios precedentes el intento de aprovechar el cambio de guarismo para recomponer las naves, para tratar de adecuar el paso a una velocidad de crucero óptima, para buscar la fórmula que permita prolongar el estado de calma y estar más preparado ante la tempestad que siempre está por llegar. 
De no ser porque lo vivimos y lo escribimos en primera persona, aún costaría creer que fue cierta la conmoción del 2020, que en mi caso fue mucho más que el año de la pandemia. Releyendo el capítulo de ese verano puedo decir ahora que me alegro de haber sabido convertir la convulsión en impulso. Es la lectura, interesada sin duda, que hago ahora de este párrafo escrito entonces: "Si algo nos ha enseñado este tiempo de zozobra contenida es que el mundo -el propio y el resto- no se detiene aunque una avalancha lo ponga patas arriba. No podemos abrir un paréntesis en el que resguardarnos del aguacero, ni vendría a cuento dejar de mojarnos teniendo en cuenta que seguimos por aquí para contarlo". 
El renacimiento, que apenas llegaba entonces a la categoría de ensoñación, superó con creces la previsión más optimista. Y a este tiempo de ilusión, equilibrio y pasión me aferro, con la firme intención de cerrar en alto la historia de esta década para seguir escribiendo el guion de la siguiente temporada. 
Supongo que, aún sin pretenderlo, algún día descubriré la incertidumbre que impregna el capítulo de este año, pero también confío en dejar reflejado que en los momentos más complicados es aún más valioso el poder que compartimos con nuestra gente, el que transmitimos y nos transmiten. No es sencillo moverse por el finísimo alambre que separa el abatimiento de la emoción serena al descubrir espacios de toda una vida que casi nunca había explorado y que también explican la fuerza de los lazos que nos unen
A este paso voy a conseguir que se me entienda todo y no es plan ahora de arruinar mi brillante trayectoria de 'confusor' del reino. Supongo que es demasiado explícito apuntarme abiertamente a una de esas máximas de la geriatría que en estos días me está ganando definitivamente para la causa: "no se trata de añadir años a la vida, sino de añadir vida a los años". 
Me pongo a ello, con la idea de no refugiarme en la excusa de la cifra redonda para dejar pasar un año sin celebrar como merece este privilegio que me concede el destino de cumplir uno más valorando que muy por encima del cómo y el cuando es con quién. Y en eso no puedo ser más afortunado. 

viernes, 1 de agosto de 2025

Ni hola ni adiós (Un soneto de despedida)

Vaya por delante que no soy objetivo, ni lo pretendo. Tampoco se trata de glosar la figura y la obra de Joaquín Sabina, que en eso siempre me quedaré corto. Ni siquiera pretendo que esta sea la crónica o reseña de un concierto en la plaza de toros de Alicante. Digamos que tenia pendiente darle forma a las pinceladas que surgieron ese día al calor de las emociones de una noche veraniega en la que las letras de las canciones -bien conocidas todas- llevaban esta vez escrita entre líneas la palabra despedida. 

Podría empezar por llevarle la contraria a la propia gira, en su planteamiento. Porque a Sabina no recuerdo haberle dicho 'hola' ni le digo ahora 'adiós'. No hay un momento concreto, ni siquiera un año exacto, en el que llamase a la puerta, pero está claro que llegó para quedarse. Ya estaba ahí -eso sí lo tengo grabado en la memoria- durante alguna guardia en la mili cantando aquello de 'así estoy yo sin ti' que me venía al pelo en esos tiempos de uniforme cuando andaba perdido como un quinto en día de permiso. Muchos años después descubrí que compartía con él la devoción por José Alfredo Jiménez, el 'rey' indiscutible de las canciones de desamor. 

No sabría decir si eran lágrimas de mármol las de la noche alicantina, pero soy testigo y partícipe del llanto incontenido en muchos momentos de la velada, incluso durante el 'paseillo' en solitario hacia el centro del ruedo, justo después de la proyección del vídeo del 'último vals' que despejaba cualquier duda sobre ese sentimiento general de despedida y emoción compartida, la del diestro a punto de cortarse la coleta y la de su público de siempre, el más fiel y entregado, dispuesto a emplearse a fondo con el pañuelo si hubiera que reclamar los trofeos para el diestro de Baeza y sobre todo para enjugar las lágrimas con cierto disimulo. 

Sabemos que no va a a ningún lado, que está y estará en el sitio que ocupa desde hace muchos lustros. Ya cantaba en las cintas de casete, en los vinilos y los CDs como ahora lo hace en Spotify o en YouTube... pero esta noche resulta inevitable ese punto de tristeza o melancolía al pensar que ya no volveremos a tenerlo ahí delante, en vivo y en directo, emulando los estatuarios de José Tomás, clavado en su taburete, con esa palpable fragilidad y 'sin embargo' manteniendo una dimensión que trasciende con mucho al cantante y al cantautor que ha sido. Ese es el único Sabina al que despedimos esta noche porque el otro se queda en esos terrenos que solo los más grandes saben pisar.  

Si lo miras así, desde este lugar del graderío en el que me ubico como un 'sabinista' más, queda claro que nadie aquí participa de juicios y condenas. Ni se le quiere ni se le odia por lo que es o lo que ha sido: ni por rojo ni por rojiblanco, ni por taurino, ni por sus adicciones o sus aficiones políticamente incorrectas, ni por sus cuentas y cuitas con Hacienda, ni por sus dotes como vocalista o por cualquier otra faceta de una vida perfectamente alejada de la ejemplaridad. O dicho de otra manera, a Sabina no se le valora por lo que ha sido, por lo que es, o por lo que queda del personaje que ha ido construyendo. La emoción de la noche está en las cosas que nos ha contado y la forma que supo darle a esas historias de la vida en sus canciones o en sus sonetos. Sabina ha dicho las cosas que otros habríamos podido decir, pero nunca de la manera que él las ha dicho. 

'Superviviente sí, maldita sea' y no nos cansamos de celebrarlo. Hasta le perdonamos que se haya dejado llevar por el camino que le lleva hacia la vejez pese al empeño en labrarse una mala reputación y aún a costa de sucumbir a la tentación de las 'pastillas para no soñar' que tanto repudió. Pero aquí sigue, cocinando a fuego lento la despedida, festejando sin grandes alardes la prórroga que el destino le concedió posiblemente sin merecerlo, pero de la que nos aprovechamos para tenerle una vez más ahí enfrente exhibiendo sin tapujos las arrugas de su voz, estrujando la garganta, hasta ese punto casi agónico que pone el suspiro en las gradas, ese 'ayyyy' de congoja que acompaña cada lance como si en cada estrofa el pitón acariciase la taleguilla

'Ahora que me despido pero me quedo' dice en una de esas letras con las que empezaba a escribir su obituario hace ya tantos años que pareciera haberse quedado petrificado sobre su taburete. Y algunos comenzamos a sospechar que, como nunca tendrá del todo claro cómo bajarse del escenario, volverá a lanzarse al vacío. 


                              Pd. De Sabina también me quedo con sus sonetos. Asumiendo la osadía y aunque no haya por medio un pacto entre caballeros, de la 'despedida' alicantina surge también un reto que he tratado de cumplir de esta manera

 

                   

 


domingo, 13 de julio de 2025

Por escrito

Aunque las largas ausencias blogueras pudieran indicar otra cosa, no dejo de escribir. No recuerdo un día sin hacerlo. Escribo en cuadernos y agendas, en las notas del móvil, en documentos que se van acumulando en carpetas, que quedan sueltas por el escritorio o se pierden sin demasiado criterio.
Escribo de todo y de nada, del mundo, de la vida en general, de cosas que pasan alrededor o que nunca sucedieron. Tengo finales extraordinarios para historias que nunca empezaron, protagonistas deslumbrantes que esperan un relato a su altura en el que colarse, personajes secundarios dispuestos a salir a escena en cuanto surja la ocasión... Guardo cientos de versos sueltos,  algún soneto irreverente, un par de canciones que canto mano a mano en la cantina con el gran José Alfredo mientras apuramos el últimos trago y, por supuesto, unas cuantas cartas de amor.
Tengo a medias mi libro de memorias porque se me olvidan la mitad de las cosas. Y de vez en cuando aún sostengo la absurda esperanza de volver a dar un día con la tecla. Posiblemente sea cierto que a veces una palabra vale más que mil imágenes. 
Escribo sin querer o sin pensar, por placer o por venganza, con más o menos pretensiones y porque no encuentro alicientes para dejar de hacerlo. Escribo acaso por inercia, por un impulso que surgió y que resiste de los tiempos en los que escribir y publicar de un día para otro no era una opción sino una obligación. 
En esta edad consolidada por la que transitamos con más o menos fortuna, la nostalgia se te viene encima en cuanto te descuidas. Un viejo amigo, tocayo y compañero de fatigas en la prensa de provincias del siglo pasado, evocaba hace poco aquella etapa vital en la que -tal vez sin valorarlo lo suficiente- tratábamos de ponerle un cierto gusto al relato, más allá de la cuestión que tocase contar ese día; ya fuera la crónica de un pleno en las Cortes o la de un partido del Santa Bárbara en el Carlos III en una mañana fría de domingo.
No sé si esa conversación fue una señal y tampoco si es motivo suficiente para volver a dejarme ver y leer por aquí. Tampoco puedo achacarlo -pero supongo que influye- al encuentro inesperado con alguien que me recuerda que hace mucho tiempo que no escribo nada. En todo caso, sirvan esos pequeños o grandes detalles como excusa para volver a experimentar el extraño vértigo que provoca el momento final de pulsar el botón de 'publicar'.  Y de paso para mantener con cierto pulso vital el blog, aunque  para darle un cierre más solemne -llegado el caso- a estos 14 años de idas y venidas por este territorio de las ideas y las palabras.





 

miércoles, 8 de enero de 2025

El tiempo de 'Los años nuevos'

No es cierto que el tiempo ponga las cosas en su sitio. El tiempo es testigo de los cambios, el envoltorio del orden o el desorden, del equilibrio y del caos, de lo que pasa en definitiva, pero poco o nada puede aportar al estado general de las cosas. Tampoco es cierta esa otra atribución que le damos al tiempo, la del bálsamo eficaz para curar las heridas, las del 'alma' se entiende. Hay ausencias irremplazables, rupturas traumáticas, reconciliaciones catastróficas... Hay dolencias amorosas incurables y amores inasequibles al desaliento. Y hay también miles o millones de situaciones inexplicables con sus ramificaciones y consecuencias incontrolables. 
Al tiempo recurrimos como excusa, como argumento, o como parapeto en el que esconder nuestra falta de determinación. Pensamos que estamos a tiempo de todo para terminar alegando que no nos ha dado tiempo a casi nada. Por eso tenemos cierta tendencia a convertir el tránsito entre el año que acaba y el que comienza en un refugio frente a la mala conciencia que nos provoca la tarea que hemos dejado por hacer. Y casi inmediatamente en un estandarte al que agarrarnos para adentrarnos en el nuevo año con renovadas ilusiones.
Viene a cuento la cuestión como recurso socorrido en estas fechas pero también por la influencia de la serie 'Los Años Nuevos'. Abro paréntesis: Una de las cosas que me han impactado -fíjate la tontería- es que terminé de verla el día 1 de enero casi al mismo tiempo en el que acaba también la acción del último capítulo de la serie. Algo así como un falso directo, pero en una obra de ficción. Que pensando en ello me parece que a los guionistas de Cuéntame se les ha escapado un final antológico, con Antonio y Merche (muy mayores claro) sentados en el sofá de la Residencia viendo el último capítulo de la serie de la que ellos son protagonistas
Le han llovido los elogios a 'Los Años Nuevos' y yo suscribo muchos, aunque no todos. Pero más allá de cuestiones técnicas, de las interpretaciones y de la propia historia que se cuenta me quedo con la manera de contarla. 10 años, uno por capítulo, situados en Noche Vieja y una relación central de pareja sobre la que giran otras. Algunos acontecimientos determinantes del relato ocurren lógicamente en el momento que vemos, pero otros muchos que nos permiten entenderlo suceden en todos esos meses que transcurren entre una Noche Vieja y otra. Y otros solo se intuyen o quedan abiertos a interpretaciones. No sé si es lo mejor de la serie, pero me quedo con la formula -aparentemente sencilla- con la que resuelve esa cuestión tan compleja que es el paso del tiempo y lo que hacemos con nuestras vidas mientras disponemos de él.
Muy recomendable en todo caso. Te deja con las ganas de saber cómo estarán las cosas la próxima Noche Vieja. Será tal vez porque ese tiempo al que le comenzaba quitando la capacidad de decidir, tiene sin embargo la última palabra para enseñarnos hasta qué punto las cosas están o no en su sitio. 
Empieza 2025 y queremos que sea un buen año. El tiempo dirá.    


martes, 13 de agosto de 2024

LVIII: De memoria

No recuerdo si alguna vez os he hablado de mi mala memoria. La frase estaría muy bien para empezar mi libro de memorias porque dejaría las cosas claras desde la primera línea. Pero no sé si es la más adecuada como preámbulo para seguir esta tradición del 13 de agosto porque la asociación de ideas entre la edad y la memoria no deja de ser una tentación para ese hipocondriaco que todos llevamos dentro al que nunca he hecho demasiado caso. 
No es por buscar excusas, pero el caso es que yo tenía cierta facilidad para retener números de teléfono y aún puedo recitar sin problema el primero que tuvimos en casa (dos, cincuenta y dos, veinte, cincuenta y tres) pero hace ya años que ese es un ejercicio innecesario, un esfuerzo aparentemente inútil. Las agendas de los móviles, como tantas otras tecnologías que llevamos en el bolsillo nos hacen más fácil la vida, sobre todo a las neuronas que pueden tirarse en el sofá y dedicarse a menesteres más entretenidos y menos productivos que el almacenamiento de datos en nuestro disco duro. 
Con este ya son ocho los cumpleaños que voy camuflando con cifras romanas en este territorio bloguero que conoció periodos mucho más fértiles. Repasando capítulos anteriores resulta evidente que en todos he transitado por lugares comunes e ideas recurrentes que siempre andan por ahí rondando y esperando una mínima oportunidad para dejarse ver, sobre todo cuando la reflexión va ligada a esa página del calendario en la que se repite una sensación de vértigo por la cifra alcanzada. Pero detrás de cada cifra romana hay también un sello diferente, una huella que evoca esa parte del camino por el que transitaba en ese momento. 
No creo que haya una base científica que lo demuestre, pero quiero pensar que seguir escribiendo en el blog es como desafiar a la agenda del móvil para volver a teclear -al menos de vez cuando- el teléfono completo de alguien con quien mantienes una conexión especial, como si al memorizar esa combinación única compartieras algo de su esencia. 
Tengo que prodigarme más o, por lo menos, tengo que intentar mantener vivo este espacio que me permite darle algunas pinceladas al lienzo que voy pintando con el tiempo. Acudo sin complejos al refugio de las fechas para seguir abonando tradiciones como esta que pretende -además- mantener vivo el espíritu que inspiró este blog hace ya 10 años al rebufo de una carta que acabó por convertirse en una catarata de emociones sorprendente y difícil de explicar. Puedo y debo celebrar como merece el impulso que me lleva cada año a remitir una carta a Cobisa, pero sobre todo debo celebrar lo afortunado que soy por tener un motivo tan valioso para seguir escribiendo otras cartas de amor fuera de concurso. Seguimos vivos para contarlo y la edad le da un valor añadido a las cosas que tenemos, incluida la mala memoria que me permite dejar en el olvido los sueños imposibles y los agravios de los que alguna vez aspiraron a convertirse en enemigos. 
Y tal vez, si acierto con las palabras, en unos años descubriré en la huella de este capítulo LVIII al menos una parte de la ilusión que me acompaña mientras escribo estas notas y suena la campanilla del Whatsapp anunciando otro mensaje de felicitación. 


viernes, 1 de marzo de 2024

Este año 2024 (Febrero)

-1 de febrero. Escalamos la cuesta de enero y nos plantamos en el mes del amor. Esperamos a San Valentín con la ilusión del adolescente enamorado. Supongo que es un buen síntoma acordarse de ello. 
Sánchez dice que el "independentismo no es terrorismo", nuevo lema para el argumentario. Ahora es el gobierno -el presidente por delante- el que suplica a Puigdemont una Ley de Amnistía. La capacidad de sorpresa se agota. Algunas conversaciones mantenidas en los últimos días me llevan a pensar en el cuento del 'rey desnudo'... es más fácil elogiar la belleza lozana del monarca y decirle lo bien que le sienta el traje, que atreverse a decirle que se ha quedado en pelotas, aunque en este caso tal vez sea una baza más para 'il bello'. El debate está tan contaminado que casi nadie repara en las escasas opiniones sensatas. 
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-2 de febrero. Hoy es el día de la marmota. Parece que Phil anuncia un invierno corto. No hace falta ser una marmota para predecir que el calor se adelanta. Ya lo tenemos aquí y estamos empezando febrero. Pero lo que nos queda del día de la marmota no es el pronóstico del tiempo, sino uno de esos conceptos que nos hace pensar en el paso del tiempo, en este caso del tiempo estancado, el tiempo detenido en  ese día en el que queda atrapado el cascarrabias Bill Murray. Confieso que a mi siempre me llamó la atención, como concepto, algo parecido a lo que me ocurre con 'Regreso al futuro'. En uno y otro caso, resulta inevitable coquetear con la idea de romper la línea temporal que nos ha tocado vivir y dejarnos llevar por la imaginación para fantasear con lo que haríamos o no haríamos si pudiéramos viajar al futuro y, más aún, con lo que haríamos o dejaríamos de hacer si pudiésemos retroceder en el tiempo. Claro que hoy somos conscientes de los errores cometidos, pero no está tan claro si algunas de aquellas decisiones que tomamos y que ahora no tomaríamos nos han permitido llegar a lo que ahora somos. Afortunadamente no existen máquinas de tiempo que nos pongan en el brete. 
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-3 de febrero. Es conocido el efecto terapéutico que para algunas personas tienen las compras, en general, y las rebajas en particular. A lo mejor, en algunos casos, podría llegar a ser efectivo en dosis pequeñas. Cierro el día con la curiosidad con la que me acerco desde hace años al fenómeno 'Eurovisión' -vía Benidorm- y no puedo evitar pensar en la variedad de modalidades que se suceden para captar la atención de los aficionados. Seguramente lo están haciendo bien si tenemos en cuenta las audiencias y el flujo que se genera en redes, pero a mi me resulta también inevitable percibir un tufillo entre excesivo, provocador y cutre. Supongo que hace mucho tiempo que dejó de ser un festival de la canción y tampoco creo que eso sea tan importante. Lo que cuenta es el espectáculo y la polémica forma parte del mismo. Y ahora llega la parte doméstica del tinglado porque una canción que se llama 'Zorra' y que tiñen de un feminismo es toda una invitación para entrar de lleno en el festival de filias y fobias, del despelleje y de las adhesiones pasionales.  
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-4 de febrero. '20.000 especies de abejas' es una de esas películas que hay que ver. Aunque solo sea para entender que hay territorios por los que deberíamos transitar con precaución, que hay paisajes humanos que desconocemos en lo sustancial y que, como en casi todo lo demás, cualquiera puede lanzarse a opinar. La educación que nos dieron y la que posiblemente hemos transmitido nosotros sigue trufada por los prejuicios. Reconozco que ha sido el 'efecto Goyas' el que me ha ayudado a romper las barreras que me ocasionaba el tema que plantea, porque seguramente no esperaba un tratamiento como el que hace, desde una aparente aunque imposible neutralidad. No se puede permanecer impasible y mucho menos insensible ante la angustia de un niña de ocho años atrapada en un cuerpo de niño. El catálogo de reacciones cercanas es un ejercicio más que recomendable y didáctico para entender la dimensión de la cuestión que plantea la película.
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-5 de febrero. Pues nada. Puestos a polarizar también nos vale lo de Eurovisión. El presidente entra en el debate y su argumento viene a distinguir entre los que defienden el tema de las Zorras y los que prefieren el 'Cara el Sol'. ¿Pudiera ser -digo yo- que no te convenza el supuesto empoderamiento que consagra la canción y que tampoco te guste entonar el cara el sol brazo en alto?. ¿Pudiera ser que la canción te resulte marchosa y divertida y no termines de ver el empoderamiento feminista de la mano del insulto?. ¿Pudiera ser -incluso- que te parezca de mal gusto la puesta en escena y la propia letra de la canción sin que eso implique la más mínima oposición a la lucha por la igualdad?. Yo ya no sé, la verdad.
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-6 de febrero. Los tractores toman las carreteras y las cortan. Como ya sucediera con los transportistas, las valoraciones de los 'opinadores' se muestran muy comprensivos. Casi todos los análisis empiezan con un 'tienen razón'. Que seguramente es muy acertado, pero lo de cumplir las normas debería ser de obligado cumplimiento siempre y para todos, incluidos los casos en los que cualquier colectivo  tenga toda la razón en sus reivindicaciones. El derecho de manifestación está regulado y es muy discutible que se permita el corte de carreteras, secundarias o nacionales, para coartar otro derecho elemental como es el libre tránsito de los ciudadanos. No creo que cortar carreteras le quite ni un poquito de razón a los agricultores, pero tampoco se la aporta. Tampoco creo que les favorezca esta operación de etiquetaje a la que se están sometiendo, ni la dispersión del mensaje, ni esa animadversión que fomentan y exhiben muchos contra las Organizaciones Agrarias.  
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-7 de febrero. Recibo invitación para el estreno del corto 'Por si mañana' que ha hecho José Talavera inspirado en la carta que también le da nombre a este blog. Será en marzo. Reconozco cierto pudor y una dosis de emoción que tampoco sabría descubrir. No es el corto que yo habría hecho sobre todo porque no tengo ni idea de hacerlo. Tampoco tenía una imagen ligada a la carta que escribí hace ya 10 años y que tantas sorpresas me ha deparado. Esta del corto es una más, pero por el camino han quedado vitalizaciones, artículos de prensa, entrevistas, reportajes, canciones y millones de referencias vinculadas a la carta en Google. Ya he contado muchas veces el vértigo que me provocó y que sigue provocando esa repercusión tan enorme e inesperada, el vértigo derivado de saber que millones de personas han leído aquellas líneas que escribí y que muchos miles han tenido el impulso de compartirlo y de expresar el sentimiento -muchas veces el llanto emocionado- que le provocó esa lectura.
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- 8 de febrero. Es un viernes diferente porque se avecina un fin de semana 'casero', que no es lo más habitual. Tendría más encanto el plan de no ser por las circunstancias que lo explican. Miramos desde la distancia la alegría y el colorido del carnaval, con cierta envidia -lo asumo- hacia los que viven la ilusión de la cita. No es mi caso. Lo de los disfraces fue algún año una excepción, pero reconozco que nunca fui participante activo de la fiesta. Es una de esas cosas en las que seguramente nos privan de algunas vivencias que para otros suponen un gran acontecimiento cada año. Lo he pensado a veces a cuenta de otras aficiones, desde la ópera a los toros, pasando por cualquier otra actividad lúdica, deportiva, artística... Supongo que a un coleccionista le costaría explicar el valor exacto de una pieza encontrada en un mercadillo, alguna cosa insignificante para otros y que alguien sabe apreciar de una manera que la convierte en extraordinaria. Hay personas a las que no les gusta el fútbol y me cuesta imaginar la cantidad de horas y emociones que uno ha experimentado a cuenca de una afición convertida en devoción.
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-9 de febrero. Viernes. Se avecina finde casero. Finde de cine, series y mantita en el sofá. Lástima que el plan sea en gran medida inducido, pero trataremos de sacarle provecho. 
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-10 de febrero. Noche de Goyas. Este es un año especial porque llego a la cita con cierto conocimiento de causa. Digamos que afrontas el espectáculo de otra manera cuando puedes tomar partido en el debate. Asumo con naturalidad el triunfo incontestable de 'La sociedad de la nieve' y de alguna manera comparto el orgullo por una obra de esta dimensión con sello español. Como todo se polariza y se politiza hay que asumir con cierta distancia el juicio sobre el cine español para no caer en el absurdo de demonizarlo o canonizarlo. En el cine español hay de todo, como en casi todo. Pero hay quien afronta el debate desde la demagogia, como en casi todo. A mi me gustan mucho unas películas y otras no me gustan nada. Y desde luego me faltan datos, pero estoy convencido de que no es tan sencillo ni rentable acceder a las subvenciones y ayudas. Hay quien ataca a muerte las ayudas al cine y con la misma energía las defiende para la tauromaquia. Y yo creo que se pueden defender las dos, que no depende solo de la actividad sino de la dimensión de lo que se apoye. Hay películas y corridas que no tienen un pase.
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-11 de febrero. El equipo revelación de la Liga sale goleado del Bernabéu. Enorme exhibición del Madrid frente al Girona. Y sin embargo, tal vez por la 'paliza' me quedo con el enorme valor de lo que ha hecho hasta ahora el equipo catalán, incluido el partido de hoy. Es más que destacable que el equipo modesto salga a escena en un partido así con la idea de no perder la esencia de lo que han hecho hasta ahora. A pesar del resultado, esa puesta en escena demuestra una grandeza a la altura de su posición en la tabla. En cuanto al Madrid, un espectáculo. Hay un puñado de futbolistas sobresalientes y un entrenador que ha sido capaz de hacer un equipo con grandes estrellas. Y esa no es tarea sencilla.
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-12 de febrero. El fin de semana nos ha dejado una de esas imágenes para la reflexión. Una señora llamada Lola que, al margen de otros datos, ejerce de líder de la Plataforma 6F, la que promueve las movilizaciones de agricultores. Hemos escuchado voces que hablan de las motivaciones políticas que ahí detrás de esa Plataforma y a los aludidos les hemos escuchado decir que ellos no hacen política. A la tal Lola la llevaron a un acto de otra Plataforma, la de transportistas, para hacer más fuerza en la protesta. Y la vimos, después de una carga policial, arremeter contra los agentes al grito de "hijos de puta, os mató a pocos la ETA". No hace falta añadir nada más ante semejante personaje. Duele que alguien así ensucie y desacredite una causa que -en algunos aspectos- es justa y tiene mucho sentido. Aunque por otro lado, tampoco está mal que cada uno pueda tomar posiciones y colocarse en el lugar que considere. Y que el público, en general, también sepa a qué atenerse cuando saque sus conclusiones.
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-13 de febrero. Martes y 13. Día de la RADIO. No puedo decir que no soy supersticioso, pero en el caso del 13 me apunto más bien a lo contrario, entre otras cosas porque nací un 13 y eso marca, claro. Pero además el 13 de febrero es un día en el que celebro la suerte de haber descubierto desde muy niño la radio, de haberla tenido cerca siempre, de conocerla desde dentro y de ser un privilegiado porque además me ofreció un modo de vida. De la radio creo que ya he dicho y escrito todo lo que podía decir aunque siempre me quedaré corto en la valoración de lo que ha supuesto para mi. 
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-14 de febrero. San Valentín. Sabes que no es un día cualquiera cuando tienes ganas de celebrarlo y desde que entras en el mes de febrero empiezas a darle vueltas al detalle con el que pretendes sorprender a tu chica. Y te alegra pensar en ella sabiendo que esa chica es tu mujer y te sientes afortunado por lo que tienes. Y escribes una carta en la que empiezas llevándole la contraria -ahí es nada- al mismísimo Sabina para proclamar que "yo sí quiero un amor civilizado", no uno cualquiera no, quiero un amor como este que tengo. Así que tengo motivos para celebrar este 14 de febrero y para hacer mío el famoso deseo de mi madre, que siempre pide lo mismo: 'que el año que viene estemos por lo menos igual de bien que este'. 
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-15 de febrero. Camino del trabajo escucho a Alsina dedicando su comentario de las 8 a Carmen Calvo. Demoledor. No hace falta agotar el catálogo de adjetivos calificativos para valorar a la nueva presidenta del Consejo de Estado. El relato se basa en la exhibición de la contradicción absoluta entre lo que decía y lo que dice a cuenta de la Ley de amnistía. Lo que dijo en 2021 en sede parlamentaria y en entrevistas es justo lo contrario de lo que afirma ahora. Lo que no era constitucional ahora es impecablemente constitucional. Podría parecer que es lo mismo que ha hecho Pedro Sánchez, pero no, esto de Carmen Calvo me parece mucho más grave. El presidente del gobierno asume con naturalidad el cambio de criterio; es más, asume con naturalidad que es un cambio de criterio inducido por los resultados electorales. Pero Carmen Calvo va más allá; no es una política cambiando de opinión, es una catedrática de derecho constitucional que afirma ahora lo contrario que en 2021 sin que en este tiempo haya cambiado la Constitución. Y aún más grave, afirma con enorme impostura, que sigue diciendo lo mismo que hace tres años. Alsina se limita a poner el audio de lo que dijo y lo que dice ahora. Eso sí, añade un dato objetivo al relato: Carmen Calvo miente. Personalmente no puedo evitar cierto pudor ajeno. Tal vez llevemos camino de convertirnos en 'bicho raro' los que no terminamos de soportar estas exhibiciones obscenas.

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-16 de febrero. Ahora resulta que el debate político gira en torno a una mascletá en Madrid. Que sí, que no. Pues eso, el ruido. Todo se saca de quicio y esto no iba a ser menos. Es un asunto menor, pero también sirve para el intercambio de mala baba. Estamos a un  paso de etiquetar a fachas y progres en función de que les guste o no una mascletá. Tan absurdo todo. A mi no me gustan mucho los petardos, pero una mascletá en Valencia tiene su punto. Me declaro absolutamente incapaz de valorar los efectos nocivos que causaría en Madrid Río, pero eso no importa. Podría ocurrir que a alguien que sea un gran aficionado de las mascletás en Valencia no lo vea muy adecuado en ese punto concreto de Madrid sin que eso implique que sea un cateto como ha venido a decir la alcaldesa de Valencia o que haya un complot contra la industria pirotécnica. Personalmente prefiero 10 minutos con 3.000 detonaciones que aguantar el tostón de petardos y petardazos toda la madrugada de Noche Vieja en Vallecas. Pero esto no sé si aporta mucho al debate.
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Atardecer del 29 F en Olías
-17 de febrero. Hemos visto la segunda temporada de Machos Alfa, una serie cuyo título está muy bien elegido. La evolución lógica de los tiempos también tiene efectos llamativos, incluso inquietantes. En este camino hacia la igualdad en el que uno transita -al menos eso pretendo- con naturalidad hay momentos en los que te asaltan las dudas. Por ejemplo el sentimiento de culpa que aparece cuando te ríes -como pretende el guion- de un chiste de claros tintes machistas, una de esas gracias propias del 'machirulo' que llevamos dentro. Posiblemente nos falte camino por recorrer, pero tal vez sea conveniente aprender a desdramatizar en cuestiones en las que precisamente el humor puede ser un buen aliado para la causa. 
Esta semana hemos visto la entrevista de Nadal con Ana Pastor. Huyendo de las posiciones dogmáticas, puedo decir que no me identifico al cien por cien con las cosas que dice Nadal ni tampoco con el tono un tanto inquisitorial de algún pasaje del interrogatorio. En todo caso, me sitúo mucho más lejos de los que arremeten con fiereza contra la periodista. En esto también se percibe el altísimo grado de mala baba que se extiende por tierra, mar y redes. Se despelleja a Nadal y a Pastor en un ejercicio de lapidación muy propio de la condición humana, muy nuestro. Triste. Posiblemente por eso y aunque ande lejos de uno y otra en algunos aspectos, me apetece elogiar la determinación de ambos. Me parece razonable que la periodista trate de alejarse del papel del entrevistador que no quiere caer rendido a los pies de la estrella, aunque no acertase -en mi opinión- con el tono. Y también creo que es digno de elogio que Rafa pueda expresarse con naturalidad sobre cuestiones que requieren un debate sereno y un alejamiento de las posiciones más radicales. 
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-18 de febrero. Son llamativos los caprichos de la memoria. Seguramente porque a las dos de la tarde hay partido en el estadio de Vallecas, este domingo soleado de invierno me ha recordado jornadas matinales en ese fondo en el que no hay sitio para una tribuna. En los años 80, se vendían unas pocas entradas en ese mini grada a la que llegaba con mi hermano pequeño de la mano. Por veinte duros podías colocarte a pocos metros de la portería, de pie y detrás de una valla metálica. Si te gusta el fútbol no es precisamente una buena perspectiva, pero tiene sus cosas; sobre todo la cercanía con los jugadores y los sonidos. Los sonidos que no llegan a la tribuna y que por algún motivo se quedaron grabados en algún lugar de esa memoria caprichosa a la que me refería. El sonido del golpeo del balón, de la bota en contacto con el césped mojado. ¿Cómo decirlo?. Era un 'chofff' que desprendía armonía, una delicia. Un sonido muy diferente al que teníamos en los campos de tierra en los que jugábamos entonces cuando nuestras botas Marcos impactaban sobre los durísimos balones Mikasa. El fútbol que viví desde dentro era de tierra y barro, un fútbol de garra y fuerza, de sangre en las piernas, de olor a Réflex y agua fría en los vestuarios, un fútbol sin florituras ni adornos. El tiempo tamiza y tapiza los recuerdos, los reviste de nostalgia y, en ese caso, te arranca una leve sonrisa al rememorar la ilusión con la que afrontábamos aquellos partidos y la que algunos vivíamos intensamente durante toda la semana. Como en tantas otras cosas de la vida, no siempre van acompasadas las cualidades con el interés que le pones a una actividad. He conocido a jugadores que, con la mitad de la mitad de la ilusión y entrega que yo le ponía, habrían llegado a ser grandes estrellas. 
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-19 de febrero. Feijoo salva con nota alta el examen de Galicia. Es el titular que más se acerca, en mi opinión, a lo ocurrido ayer en la jornada electoral. Sobre todo porque en los días previos se situó precisamente ahí el foco de lo que iba a suponer. Euforia en el PP por el éxito propio y por el descalabro del PSOE, perdón de Sánchez. Convulsión política a la que se suma Page pidiendo a los suyos reflexión y recordando algo tan evidente como que el planteamiento de las elecciones gallegas trasciende con mucho al ámbito autonómico. Es elocuente el silencio de otros dirigentes socialistas reclamando algo tan lógico. En el análisis oficial se impone la teoría de la 'nula' incidencia en el resultado de los pactos con el independentismo y la Ley de Amnistía que sigue cociéndose. Un análisis -entiendo- simplista y poco realista que tiene su expresión más evidente en el resultado en las urnas de una 'plaza' tan socialista como la de Vigo. Dicen que si hubiera castigo a los que defienden la Ley de Amnistía se habría reflejado también en el resultado del Bloque. Pero no tienen en cuenta que el BNG mantiene su posición en esa materia mientras que los votantes del PSOE han asistido al giro 'radical' desde el 'no' rotundo por la inconstitucionalidad de la norma y los efectos gravísimos para el Estado al 'sí' indiscutible por la constitucionalidad de la Norma y los efectos terapéuticos ideales para ese mismo Estado. 
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-20 de febrero. Efectivamente, las palabras de Page han escocido en el Partido y en el Gobierno. La vicepresidenta Montero tira de símil futbolístico para pedirle al presidente que no olvide la camiseta de su equipo. Uffff. Frondoso y peligroso jardín. Lo de aludir a los sentimientos siempre es delicado y lo de sentir los colores es un terreno pantanoso en el que hay demasiados matices como para simplificar la cuestión de esa manera. No digo que sea el caso, pero los 'ultras' violentos no son mejores aficionados que el resto. Los seguidores quieren que su equipo gane, pero eso no quiere decir que siempre compartan las decisiones del Club, los fichajes, los planteamientos del entrenador, las alineaciones.... los aficionados quieren que su equipo gane y en la mayoría de los casos eso coincide con la capacidad de jugar bien. Tal vez Montero olvide que los grandes equipos del mundo tienen también a los seguidores más exigentes, los que le reclaman resultados y se vuelven al palco cuando asisten al declive. No se le puede esperar del aficionado del Barça o el Madrid que ovacione a su equipo cuando está perdiendo 0-3 en casa ante el Celta y está hundido en la clasificación. Es lógico que, incluso el más incondicional, haga llegar su malestar al palco y le pida una reacción para que el equipo vuelva a la senda que le corresponde, por historia y por dimensión de lo que representa. Hay algo peor que las protestas de la afición cuando uno de los grandes entra en crisis profunda, que es la resignación. No se entiende un Barça o un Madrid que no salga a ganar un partido o cualquier competición en la que participe; no se entiende que un Club pretenda pedir adhesiones inquebrantables en función de las decisiones que adopten. Incluso los clubes convertidos en sociedades anónimas tienen una masa social que sigue defendiendo los colores. Precisamente se trata de 'sentir' los colores y tal vez Montero no tiene en cuenta que llevar las riendas de un Club no te habilita para cambiar esos colores de la camiseta o el escudo que llevan en el pecho. 
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-21 de febrero. Page contesta a Montero, una cosa son las camisetas y otra aceptar que te coloque una camisa de fuerza. Pues sí, se entiende el mensaje. 
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-22 de febrero. Ya tenemos otro nombre para aderezar el escenario político. Lo que se va conociendo del tal Koldo tiene todo el tufo de la corrupción más cutre, pero aderezado esta vez con el momento en el que se produjo. El asesor del ministro Ábalos habría aprovechado su situación para llevarse a la saca comisiones millonarias a cambio de contratos para la compra de mascarillas. Cuando la pandemia nos tenía sobrecogidos, los 'koldos' de la vida cogían sobres. Presuntamente claro. A Sánchez le preguntan en Marruecos si esto explica, cuatro años después, la salida de Ábalos del gobierno en 2020. Lo niega, claro. Ábalos, ahora en el Congreso y tertuliano de Risto Mejide, dice que él no sabe nada de nada.
Hablando de las miserias de la política, en otro nivel, no puedo dejar de lamentar el triste espectáculo en las Cortes de Castilla-La Mancha, donde un minuto de silencio en memoria de los guardias civiles asesinados en Barbate, se convierte en un argumento para la discrepancia y todo se ensucia. Es muy lamentable, por no decir patético, que haya políticos empeñados en desacreditar de esta manera el ejercicio de la política. La demonización del adversario solo sirve para alentar la misma demonización desde el otro lado. Los buenos y los malos, el maniqueísmo llevado al extremo. Ayuso lleva a gala lo de la fruta y lo exhibe con orgullo. Es una manera de llamar hijo de puta al presidente del gobierno y, por extensión, a los que se puedan identificar con él. Gasolina al fuego de las redes, vitaminas para el radicalismo. Ascazo.
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-23 de febrero. Incendio terrible en Valencia. Nos sobrecoge la tragedia. Si fuera una película pensaríamos que al guionista se le fue de las manos. La diferencia entre esta tragedia y otras está en la televisión. El drama en vivo y en directo de un padre y una hija rodeados por las llamas en un balcón, la acción de los bomberos para el rescate... Cuando pase el efecto devastador de las imágenes y el relato personalizado de cada historia que hay detrás del drama me temo que asistiremos al espectáculo de la politización política del siniestro. Al tiempo. 
43 años desde el 23F. El aniversario pasa prácticamente inadvertido. 
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24 de febrero. Al PSOE se le viene encima lo de Koldo. Montero y Sánchez señalan a Ábalos, pero el ex ministro, otrora hombre fuerte de gobierno y partido, no parece que esté por la labor de dejar el escaño. Por lo demás, en esto de la corrupción, desde el punto de vista mediático, volvemos a los lugares comunes, a personajes cuyo perfil nos resulta familiar y desde luego se impone el "ytumasismo" desde las trincheras, incluidas las mediáticas. El mismo discurso cambia de siglas según el caso destapado, las mismas exigencias de responsabilidades y el mismo énfasis para tratar de demostrar que los corrutos son los de enfrente. 
Se despide Ana Blanco al final del Informe Semanal y lo hace con la misma sencillez que ha puesto en escena durante tres décadas dando la cara ante las cámaras. 
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25 de febrero. Alsina con Évole. Volviendo a las cuestiones de la memoria no creo que idealice más de la cuenta mis recuerdos al rememorar aquellos días universitarios porque fueron -sin duda- tiempos de aprendizaje, de descubrimientos de mundos desconocidos, de enriquecimiento personal, de experiencias vitales apasionantes... El destino es el resultado de las decisiones que tomamos y de los caprichos del azar. En mi caso, es evidente que el camino tomado y lo vivido en el trayecto tienen una relación directa con mi paso por la Facultad, en lo personal y en lo profesional. Compartí algunas de aquellas experiencias como estudiante con el que ahora es una de las grandes referencias del periodismo español, una de las voces más influyentes del panorama nacional. Alsina está ahora en el lugar que entonces ocupaban Gabilondo o Luis Del Olmo y sería absurdo decir que intuyéramos entonces que un día podría llegar a estar ahí, pero tampoco puedo decir que sea una enorme sorpresa. En Alsina se percibía una dimensión especial, empezando por esa agudeza que exhibe cada día ante el micrófono y también ese hermetismo que podría confundirse con la timidez. Alsina era brillante, lo sabía y se notaba, pero no era pretencioso ni hacía alarde de una superioridad intelectual o moral que le pudiera colocar al borde de la pedantería. Podría parecer de mis palabras que soy un gran conocedor del Alsina más desconocido, pero no es así. Le perdimos la pista hace muchos años: digo perdimos, en plural, porque incluyo al grupo que formamos en aquella época. Al único Alsina que conozco es al que escucho por la radio y al joven compañero de aula de la Complutense. No coincido siempre con él, pero admiro su capacidad de análisis y una manera de expresarse alejada de la descalificación personal y del radicalismo. Me gustó especialmente su reflexión sobre la coherencia de los políticos y la normalización de la mentira como un elemento más de la estrategia política. 
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-26 de febrero. Es lunes y el invierno aprieta. Se hace viral el vídeo de una chirigota de Cádiz en el que se hace una 'gracia' con el incendio de Valencia. Es un grupo que canta en la calle y que arranca alguna carcajada del público que asiste en directo a la actuación. Creer en la libertad te obliga a defender el derecho de estos 'artistas' a hacer un chiste con el tema, pero maldita la gracia que tienen. Lo hacen de manera muy consciente porque en la misma letra asumen que 'se la juegan'. La cosa no va más allá, aunque alimenta la caldera de las iras y las cóleras. También me provoca una inevitable decepción sobre la condición humana y la sensibilidad de determinadas personas con el sufrimiento de otras personas. Además, me temo que estas cosas alientan los odios de otras gentes no tan tolerantes con las supuestas expresiones artísticas que seguro encontrarán la manera de tomar el todo por la parte y demonizarán el carnaval, a los gaditanos, a los andaluces.... En fin. No es que quiera relacionar una cosa con la otra pero se me viene a la cabeza la conmoción que me ha causado la noticia del 'asesinato' de un joven de Valladolid al que un 'ultra' de Burgos ha matado de un puñetazo. Así, sin más, en ese cerebro se instaló alguna vez el odio al prójimo por el hecho de haber nacido en Valladolid o ser seguidor de otro equipo. Estas cosas no deberían ocurrir y no se me ocurre ningún castigo que pueda hacer justicia con la víctima y su familia.  
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-27 de febrero. Aguantaré a duras penas hasta que acabe el mes, pero creo que esta experiencia bloguera no me compensa. O acaso será que estoy muy negativo ante las cosas que suceden alrededor. O será verdad que los periodistas ponemos en foco en las cosas malas. No lo sé, la verdad. Hay muchas, muchísimas páginas que escribir con la ejemplaridad de personas que rebosan bondad. Tal vez me imponga dedicar mis reflexiones solo a las cosas buenas. Le daré una vuelta.  
En la tele, Ferreras nos cuenta el 'minuto y resultado' del caso Ábalos. En Antena 3 se han marcado un reloj de marcha atrás para aderezar la espera ¿entregará o no entregará su acta de Diputado?. Apasionante. Si tuviera una 'tribuna' para opinar diría que esto se arregla con una indemnización en diferido, aunque en el caso Bárcenas ya se vio que aquella solución no fue efectiva y al PP le costó mucho más que eso desactivar a su famoso tesorero.
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28 de febrero. Me preocupa, lo confieso, este desaliento que me asalta a cuenta de las cosas de la política y del periodismo, o del periodismo y la política. Por la parte que me toca y por la que no me toca nada. Por una cuestión o por unas cuantas. Hoy he redactado una carta dirigida a un político al que no conozco; una vez finalizada y aún suponiendo que llegue a sus manos, no tengo ninguna esperanza que sirva para nada. Al contrario, solo servirá para echar más madera a la hoguera de las vanidades, para engordar a la bestia y para dar alas a los sembradores de odio. El periodista de hace 30 años le habría dedicado un artículo al político en cuestión sin echar tantas cuentas de las consecuencias. Ni siquiera me consuela revestir mi actitud con el tinte de prudencia que se supone me impone la edad y la responsabilidad del puesto que ocupo. 
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29 de febrero. Y así ponemos fin a este febrero desapacible. La primavera nos espera, aunque no lo parezca. Es posible que los diez meses que tenemos por delante en este 2024 tengan que soportar mi silencio en este día a día que me impuse sin motivo aparente. Me parece que no consigo salir de este tono gris, un tanto desapacible, como el tiempo de estos días. Prefiero quedarme con los colores del atardecer y de los árboles, los colores brillantes de una vida en la que hay muchos más motivos para la sonrisa que para el lamento.