14 de febrero. Decíamos ayer (siempre había querido colar esta coletilla) que al día de la radio le sigue el de San Valentín. Pero a diferencia de la radio, el amor -como temática de reflexión- puede ser tan recurrente como arriesgado. Admite los más variados enfoques, pero también es terreno abonado para volver a los tópicos más tópicos, para el retorno a los lugares comunes más comunes y, peor aún, para deslizarnos por ese lado 'moñas', tan nuestro.
El riesgo es mayor si te lanzas a ello un 14 de febrero, sobre todo cuando acumulas los mejores argumentos para celebrarlo. Pero tal vez también sea ese un buen motivo o una mala excusa para decir cuatro cosas a cuenta del amor y sus confluencias. A saber:
El riesgo es mayor si te lanzas a ello un 14 de febrero, sobre todo cuando acumulas los mejores argumentos para celebrarlo. Pero tal vez también sea ese un buen motivo o una mala excusa para decir cuatro cosas a cuenta del amor y sus confluencias. A saber:
1) Lo primero y tal vez lo más importante: que al amor, cuando llega, le tenemos que pagar con la misma moneda. Se lo merece.
2) Que puestos a pedir, lo ideal es saborearlo así, al punto*. Ni crudo ni pasado.
3) Que no procede ni conviene hacer alarde del amor en momentos de esplendor, pero tampoco se entiende el afán por ocultarlo o quedarnos mirando al techo disimulando como si nada ocurriera, como si el acontecimiento fuera poca cosa.
4) Como norma general y sin pretensión alguna de ejemplaridad, podemos establecer que procede y conviene festejar el día de San Valentín cuando el destino te brinda -nos brinda quiero decir- la oportunidad de conjugar el verbo amar desde la primera persona del plural. Sea
*Por si hubiera alguna duda, debo aclarar que no es casal -sino todo lo contrario- el símil utilizado en el punto 2 para vincular el amor y las cuestiones carnales.