Seré por fin el hombre valiente que arremete contra gigantes y molinos consciente de que hay batallas que solo pueden perderse y que aún así deben librarse.
Cuidaré mejor de mis enemigos, intentaré darles motivos para mantenerme con la guardia alta.
Este año, en cuanto encuentre la manera de hacerlo, pienso aprender el idioma de la sinceridad, de esa que empieza por decirnos la verdad a nosotros mismos, mirándonos a los ojos como nadie es capaz de hacerlo.
Este año aprenderé de nuevo a fracasar. Y a levantarme después de cada tropiezo sin entender cada caída como el producto de una torpeza innata que -no por cierta- debe ser alimentada de forma compulsiva.
Este año seré generoso en caricias, besos, abrazos y sonrisas.
Me sentaré otra vez con Penélope en la estación.
Seré cariñoso con la soledad, la invitaré a sentarse conmigo en el sillón, aprenderé a apreciar su compañía y saldré a pasear con ella de la mano, a la orilla del Tajo.
Este año renunciaré por fin al amor, salvo que llame a mi puerta o se cuele por la ventana y lo inunde todo. Solo en ese caso escribiré una carta de amor cada noche para recordar que lo importante, en el amor como en la vida, es contar y compartir.
Seré fiel y no guardaré ni uno solo 'te quiero' que asome por mi boca.
Seré fiel y no guardaré ni uno solo 'te quiero' que asome por mi boca.
Este año pienso dejar de escribir chorradas en el blog.